Ciudad de México. El Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) es “una herencia extraordinaria que nos dejó el movimiento del 68”, coincidieron académicos en el contexto de los 50 años de su creación. Los profesores, que impartieron clases desde sus inicios, también destacaron la importancia de su aspecto formativo.
“Concebido como una respuesta a la demanda educativa, presionada por el crecimiento demográfico y el descontento social, el Colegio de Ciencias y Humanidades abrió sus puertas con tres planteles el 12 de abril de 1971: Azcapotzalco, Naucalpan y Vallejo”, recordó Francisco González Gómez, quien participó por parte del CCH Oriente.
Destacó que de sus aulas “han salido mujeres y hombres que han impulsado las luchas populares y la democracia”, entre ellos Claudia Sheinbaum, jefa de gobierno de la Ciudad de México, al igual que innumerables legisladores.
El también colaborador de La Jornada, resaltó que el bachillerato “era un modelo educativo concebido para que los alumnos aprendieran a aprender a hacer y a ser, con personas activas. En lugar de una enseñanza enciclopédica su educación se sustentaba en su capacidad de razonar, de analizar, de investigar a partir de dos lenguajes: el matemático y el español, y de dos métodos: el histórico y el experimental. Y con opciones técnicas que les permitieron trabajar”.
Además, “la planta docente se conformó con mujeres y hombres jóvenes que llevaban en su bagaje las demandas, las repercusiones” y el aliento libertario del movimiento del 68, dijo.
“Es el CCH una herencia extraordinaria que nos dejó el movimiento del 68 y que supieron materializar los funcionarios democráticos, los estudiantes, los profesores y administrativos que respaldaron las ideas y las acciones del doctor Pablo González Casanova”, reiteró González Gómez, actual académico de la Universidad Autónoma Metropolitana.
En un conversatorio virtual, Santiago Flores de Hoyos, también ex profesor del CCH y colaborador de esta casa editorial, resaltó que “el inicio del Colegio de Ciencias y Humanidades de la UNAM, como tal, no fue nada fácil, ni en sus cinco planteles: Azcapotzalco, Naucalpan, Vallejo, Oriente y Sur”.
El rector Pablo González Casanova “tuvo que preocuparse por un lado del coordinador del CCH, de cinco directores y de los jefes de área, ciencias experimentales, historia, lectura de clásicos, matemáticas y talleres de redacción, 25 jefes. Y por el otro de los estudiantes, de los profesores y trabajadores”, expuso.
También, remembró cómo una buena parte de los académicos "jamás se habían plantado frente a 30 chavos de 15 y 16 años de edad, de estos ninguno había tenido dos profesores en una misma clase de física. Y para muchos fue la primera vez que les pedían tutearse” con sus docentes.
Por su parte, Ana María Vázquez Torre, miembro del CCH desde 1972 y quien participó como parte del plantel Azcapotzalco, destacó que la masificación y proletarización de la UNAM se dio a partir de 1971 con la creación del Colegio de Ciencias y Humanidades y sus cinco planteles.
Coincidió con los estudiosos en la materia de que este modelo era una salida lateral. “Iban a entrar muchachos que no sabíamos si iban a aguantar los 8 años de estudios para la licenciatura, entonces era importante darles esa salida lateral de las opciones técnicas”.