Belfast. Las autoridades regionales de Irlanda del Norte tuvieron reuniones de emergencia ayer después de que una nueva noche de violencia se sumó a los disturbios de los días recientes, que han dejado 55 policías heridos, en un contexto de tensiones exacerbadas por el Brexit.
Los disturbios se extendieron a las áreas nacionalistas irlandesas anoche, y la policía respondió con cañones de agua a ataques con bombas de gasolina y piedras.
Multitudes, entre las que había niños de 12 o 13 años, se enfrentaron desde ambos lados de un “muro de la paz” de concreto erigido en el oeste de Belfast, que separa a un vecindario protestante leal a Gran Bretaña de una zona católica nacionalista. Unionistas y republicanos se enfrentaron entre ellos y con la policía con piedras y petardos. En un suburbio cercano, un autobús fue robado y quemado, sin que se informara qué bando ejecutó este acto.
“Hablé con el jefe de policía, que está informando a los partidos políticos”, afirmó la primera ministra de Irlanda del Norte, la unionista Arlene Foster. “Los responsables deben ser sometidos a todo el rigor de la ley, porque todos deben ser iguales ante ella”, subrayó en Twitter.
Los enfrentamientos de anoche se suman a una semana de altercados que han puesto de manifiesto el creciente conflicto en la provincia británica del Ulster, donde las consecuencias del Brexit indignaron a los unionistas, partidarios de la corona británica.
La semana pasada, la violencia estalló primero en la ciudad de Londonderry, antes de extenderse a una zona unionista de Belfast y sus alrededores al finalizar la Semana Santa. Estos incidentes reavivaron el fantasma de las tres décadas de sangriento conflicto entre republicanos católicos y unionistas protestantes, que dejaron unos 3 mil 600 muertos.
Equilibrio perdido
El acuerdo de paz de Viernes Santo firmado en 1998 acabó con la frontera entre la provincia británica y la vecina República de Irlanda, pero el Brexit socavó ese equilibrio, al exigir controles aduaneros entre Reino Unido y la UE.
Tras duras negociaciones, Londres y Bruselas acordaron el llamado “protocolo de Irlanda del Norte”, que evita la vuelta a una frontera física en la isla de Irlanda, trasladando dichos controles a los puertos norirlandeses. Esto reavivó la exigencia de los católicos republicanos norirlandeses de separarse de Gran Bretaña y unificarse con Irlanda.
El primer ministro británico, Boris Johnson, afirmó en Twitter estar “profundamente preocupado. La forma de resolver las diferencias es mediante el diálogo, no de la violencia o la criminalidad”.
También el primer ministro irlandés, Micheal Martin, consideró que “la única manera de avanzar es abordar las cuestiones que preocupan por medios pacíficos y democráticos. Ahora es el momento de que los dos gobiernos y los líderes de todas las partes trabajen juntos para rebajar las tensiones y restablecer la calma”, afirmó.
“Estamos preocupados por la violencia en Irlanda del Norte”, expresó la portavoz del Ejecutivo estadunidense, Jen Psaki, y añadió que Washington se suma a los llamamientos a la “calma”, pronunciados, entre otros, por Johnson y Martin.