México, en el 83 aniversario de la expropiación petrolera decretada por el gobierno del general Lázaro Cárdenas y cuando el precio del barril de la mezcla mexicana está al alza, cotizándose por arriba de 60 dólares, enfrenta retos extraordinarios en su inmediato futuro petrolero. Un año antes, en esta fecha, el mercado petrolero atravesaba el peor derrumbe de precios en su historia: la mezcla del crudo mexicano se cotizaba en 14.54 dólares, ¡sólo 34 centavos de dólar por arriba del costo promedio de producción! En abril de 2020, en Estados Unidos el barril tipo West Texas llegó a cotizarse con un precio negativo de 40 dólares.
Hoy México dispone de nueve años de reservas probadas de hidrocarburos con una producción anual de 875 millones de barriles de petróleo crudo equivalente, importa 65 por ciento de las ventas internas de gas seco y 67 por ciento de gasolinas para abastecer la demanda interna. Comparados los resultados de Pemex en 2020 respecto de 2018, último año del gobierno de Enrique Peña Nieto, las reservas probadas de hidrocarburos disminuyeron 9 por ciento, la producción diaria de crudo disminuyó 7 por ciento, el proceso de crudo en el sistema nacional de refinación disminuyó 3 por ciento.
En 2020, tras cinco años de saldo negativo, se logró un saldo favorable de 3 mil 26 millones de dólares en la balanza comercial de hidrocarburos por el impacto de la menor importación de petrolíferos. Sin embargo, el valor de los pasivos rebasó en 128 por ciento el de los activos y la deuda financiera total se colocó en 105 mil 792 millones de dólares. Con ese perfil financiero Pemex continúa en quiebra técnica.
La corrupción que se fue urdiendo en Pemex, a través del desempeño y negocios de sus directores y principales niveles directivos, tuvo como objetivo quebrar a Pemex como proyecto histórico nacional y privatizarlo. Contaron con la complicidad de los líderes del sindicato petrolero, al comprar su voluntad y favorecer sus prácticas corruptas. Así lo reveló, parcialmente, Emilio Lozoya al reconocer, en declaración escrita, los sobornos que aceptó de Odebrecht para adjudicarle contratos y obtener dinero para comprar la voluntad de legisladores que aprobaron la “reforma energética” privatizadora promovida por el gobierno de EPN al modificar los artículos 25, 27 y 28 de la Constitución, o de la maquinación para la compra fraudulenta de chatarra etiquetada como planta de fertilizantes a Alonso Ancira, dueño de Altos Hornos. O bien, el contrato que se firmó en el gobierno de Felipe Calderón, donde se comprometía a Pemex a suministrar etanol a precios subsidiados durante 20 años, para Etileno XXI, empresa perteneciente a Braskem-Odebrecht y el gigantesco saqueo del mercado huachicol de combustibles operado por una extensa red interna de funcionarios y trabajadores de la empresa petrolera.
Modificar la realidad que hoy enfrenta Pemex requiere revisar crítica, periódicamente y ante expertos sus resultados, sin complacencia ante lo logrado o en búsqueda de aprobación de las calificadoras de riesgo o del Presidente, considerando las condiciones prevalecientes y los intereses en juego en el mercado petrolero mundial. El deterioro financiero es determinado por las pérdidas de operación en refinación, el pasivo laboral, el costo financiero de su deuda y el nivel de impuestos que se le continúan aplicando. El persistente bajo rendimiento de la capacidad de proceso de crudo en las refinerías ha sido resultado de incompetencia en el diseño, aplicación y control de programas de rehabilitación y mantenimiento de las plantas, como revela la inestabilidad de los responsables de la contratación de los servicios de reparación. Disponer de mayor cantidad de crudo o gas debe manejarse no sólo con el enfoque de intensificar la exploración y la perforación en territorio nacional; es importante considerar, además de Estados Unidos, otros países cercanos de abastecimiento como Canadá o Venezuela. También, en el ámbito de la disponibilidad de gasolinas u otros petrolíferos y que Dos Bocas no completará el faltante para cubrir la demanda interna, evaluar la conveniencia de establecer acuerdos con otras empresas para instalar nuevas refinerías en México.
AMLO recibió una empresa en quiebra operativa, financiera y moral. Después de dos años, su gobierno ha frenado el ritmo, mas no ha logrado revertir la quiebra financiera y operativa de Pemex. La magnitud del deterioro, premeditado, que atravesaba la más importante empresa pública de la nación, al final del gobierno de Peña Nieto y el derrumbe histórico de los precios del petróleo en 2020, han puesto a prueba su objetivo de terminar con el periodo privatizador y el compromiso de “nunca más esa pesadilla”, así como la lejanía con los propósitos del general cuando en sus memorias, la noche de la expropiación, escribió: “A las 22 horas di a conocer por radio a toda la nación, el paso dado por el gobierno en defensa de su soberanía, reintegrando a su dominio la riqueza petrolera que el capital imperialista ha venido aprovechando para mantener al país dentro de una situación humillante”.
* Autor de Despojo, resistencia y corrupción. México en los ciclos del precio del petróleo. Ed. Plaza y Valdés, México, 2019.