La Biblioteca de las Artes posee un acervo con más de 800 mil documentos muy valiosos porque no se encuentran en ningún otro archivo, y esa es la principal característica de este recinto. Sin embargo, a pesar de tener 25 años, personas que circulan a diario por el Centro Nacional de las Artes (Cenart) no saben que en el segundo piso del edificio central se encuentra esta riqueza del patrimonio.
Marcia Salas Romero, subdirectora de organización documental, ofreció una charla sobre la labor de este espacio, la cual se transmitió por el Facebook del Centro Multimedia del Cenart, “para dar a conocer los objetos tan preciados para nosotros”, porque hay mucho desconocimiento de lo que resguardan.
Una de las partes importantes, consideró, son los documentos personales, “porque es entrar a la casa del artista, a las curiosidades. Van surgiendo las anécdotas. Al entrar al archivo te das cuenta que tiene mucha tela de dónde cortar”, por ejemplo, los diarios, que son fascinantes.
En la transmisión mostró cartas de personajes reconocidos de la historia, una con la firma de Venustiano Carranza, que informa sobre las gestiones de artistas de una puesta de escena para ocupar un teatro. También las huellas de humedad de la tinta de una carta, enviada por el compositor Mario Lavista a la casa de Manuel Enríquez, pero no había nadie para recibirla y llovió ese día.
“El punto es ver cómo a través de estos documentos podemos conservar todo un contexto de lo que sucedía en la vida de un artista, pero, sobre todo, qué ocurría a través de esa vida.”
Otro archivo “fenomenal” es el de Nancy Cárdenas, actriz, escritora y realizadora de teatro, quien mantenía correspondencia con Carlos Monsiváis. Se observa el desarrollo de la carrera del ensayista y cronista, pero hubo momentos en que él mostraba frustración. La correspondencia expresa contextos sociales en México, en los que ella no podía hablar de su homosexualidad.
El trabajo de la Biblioteca de las Artes implica una gran responsabilidad y retos. Aspectos como el control de la temperatura, la humedad, la acidez y la luz se deben cuidar para evitar los daños en los repositorios, uno de los retos que enfrentan para la conservación, organización y resguardo. Otro muy importante es la digitalización y el cambio de los públicos, pues con el avance de la tecnología son distintos. Antes era un lugar de visita para entretenimiento, ahora es un centro de consulta para expertos.
Con la creación del Centro Nacional de las Artes, ubicado en Río Churubusco y calzada de Tlalpan, no abrieron únicamente espacios para la enseñanza de disciplinas artísticas y foros para espectáculos. En el bello conjunto arquitectónico, con amplios jardines, también se incluyó una biblioteca especializada en arte.
En ella se resguarda la documentación de cuatro centros nacionales de investigación, también ubicados en el Cenart, sobre teatro, artes plásticas, danza y cinematografía. En este espacio se reúnen alrededor de 50 fondos de artistas, que podrían ser las bibliotecas personales, así como expedientes individuales, de instituciones y temáticos. Sobresalen nombres como los de Mercedes Pascual, Rodolfo Usigli, Juan Crespo de la Serna o Manuel M. Ponce.
No posee sólo libros, sino catálogos, folletos, programas de mano, expedientes, partituras, discos, fotografías, diapositivas, videos y varios objetos. “Nuestros archivos tienen un sinnúmero de materiales documentales”, destacó Salas Romero. Hay maquetas de las escenografías, vestuario, títeres y objetos personales, como el sombrero, los lentes y el bastón de Rodol-fo Usigli.
La conversación que ofreció la especialista en bibliotecología se realizó como parte del Laboratorio abierto sobre archivo, un espacio que se inició desde 2020 sobre este tema, para analizar aspectos de la gestión documental y las labores de organización, consulta, conservación y disposición final.