Madrid. Los humanos fueron superdepredadores durante unos 2 millones de años, según se desprende de una nueva investigación que reconstruyó la nutrición de nuestros ancestros de la Edad de Piedra.
Sólo la extinción de animales más grandes (megafauna) en varias partes del mundo y el declive de las fuentes de alimentos para ellos hacia el final de esa etapa, llevaron a los humanos a aumentar gradualmente el elemento vegetal en su nutrición, hasta que tuvieron que volverse agricultores.
Es la conclusión de una nueva investigación, publicada en el Anuario de la Asociación Estadunidense de Antropología Física por Miki Ben-Dor y Ran Barkai, de la Universidad de Tel Aviv, junto con Raphael Sirtoli, de la Universidad de Minho de Portugal.
“Hasta ahora, los intentos de reconstruir la dieta de los humanos de la Edad de Piedra se basaron principalmente en comparaciones con las sociedades de cazadores-recolectores del siglo XX”, explicó Ben-Dor.
“Es una comparación inútil, porque hace 2 millones de años esas sociedades podían cazar y consumir elefantes y otros animales grandes, mientras las actuales no tienen acceso a tal abundancia. Todo el ecosistema ha cambiado y las condiciones son distintas.
“Decidimos utilizar otros métodos para reconstruir la dieta: examinar la memoria conservada en nuestros cuerpos, metabolismo, genética y constitución física. El comportamiento humano cambia rápidamente, pero la evolución es lenta. El cuerpo recuerda”, destacó el experto.
En un proceso sin precedente en su extensión, Ben-Dor y sus colegas recolectaron alrededor de 25 líneas de evidencia de alrededor de 400 artículos de diferentes disciplinas científicas, que abordan la pregunta central: ¿Eran los humanos de la Edad de Piedra carnívoros especializados u omnívoros generalistas? La mayor parte de la evidencia se encontró en investigaciones sobre biología actual, genética, metabolismo, fisiología y morfología.
“Un ejemplo destacado es la alta acidez del estómago humano en comparación con la de los omnívoros e incluso otros depredadores. Producir y mantener una acidez fuerte requiere grandes cantidades de energía, y su existencia es evidencia para consumir productos animales. Brinda protección contra las bacterias dañinas que se encuentran en la carne, y los humanos prehistóricos, que cazaban animales grandes suficientes para días o incluso semanas, a menudo consumían carne vieja que contenía importantes cantidades de bacterias”, sostuvo Ben-Dor.
Otro indicio de ser depredadores es la estructura de las células grasas. En los cuerpos de los omnívoros, la grasa se almacena en una cantidad relativamente pequeña de células grandes, mientras en los depredadores, incluidos los humanos, es al revés: tenemos una cantidad mucho mayor de células grasas más pequeñas.
La evolución también se ha encontrado en nuestro genoma. Por ejemplo, los genetistas han concluido que “áreas del genoma humano se cerraron para permitir una dieta rica en grasas, mientras en los chimpancés se abrieron áreas del genoma para permitir una dieta rica en azúcar, señaló el especialista.