El arquitecto Enrique Flores, personaje hermosillense ya fallecido, ligado a la picaresca política, platicaba, después de las votaciones de 2009, cómo el grupo priísta de Eduardo Bours perdió la elección a gobernador que ganó el panista Guillermo Padrés, siendo presidente Felipe Calderón. Días antes de la elección destacamentos de la Policía Federal recorrieron los domicilios de los coordinadores territoriales del PRI, advirtiéndoles que sabían que estaban preparando un delito electoral. Temprano, el día de las votaciones, los federales secuestraron a los operadores priístas junto con las maletas de dinero que repartirían a cambio de votos, trasladándolos a otras ciudades, de tal manera que fueron millones perdidos a manos de los policías, sin siquiera poderlos reclamar porque se trataba de dinero de “procedencia desconocida”.
A pesar de que el Chapo Bours presumía tener un control territorial de primera para que su candidato ganara la elección, para el PAN contó la ayudadita de la Policía Federal y el repudio al gobernador de gran parte del electorado por la tragedia del 5 de junio en la guardería ABC, sucedida un mes antes de los comicios. En ese entonces, la izquierda electoral representada por el PRD se había reducido a grupos marginales que se acomodaban aquí y allá. Ahora, a casi tres años de la Presidencia de Andrés Manuel López Obrador, el régimen de la Cuarta Transformación por primera vez tiene la oportunidad de entrar e inaugurarse en Sonora, con Alfonso Durazo.
Mientras a escala federal las mejores partes de la política de la 4T se aplican desde la administración, sobre todo la lucha contra la corrupción, la responsabilidad del pago de impuestos y la recuperación de patrimonios de la República, en Sonora el panorama luce desolador. Los mismos poderes fácticos y políticos de hace 40 años siguen en control de la economía y las decisiones sobre el desarrollo del estado. Como en el porfiriato, la frontera, el centro y el sur sonorenses continúan con las mismas familias apoderadas de la tierra, el comercio principal, las escasas industrias y el agua, junto a los intereses e inversión de capital extranjero. Esta oligarquía mantiene cerradas las ciudades para cualquier competencia de emprendedores que deseen abrir nuevos negocios, o simplemente ocupar puestos.
Cananea y Nacozari, en el noreste, y el Valle del Yaqui, en el sur, son ejemplos de cómo la oligarquía minera y la agrícola realizan una explotación depredadora de recursos naturales, manteniendo a raya los derechos sociales de sus pobladores. Esta situación reclama una nueva dirección que cuando menos empareje las cosas para los sectores populares y la clase trabajadora.
En dos volúmenes de Sonora 2021, académicos y profesionales cercanos a Durazo trazaron un buen diagnóstico de algunos de los problemas que enfrenta la entidad, que al candidato le sirven de plataforma para acercarse y hablar a los sonorenses, incluso con sus propios datos en materia de seguridad. Desde el primer tomo, se propone combatir la corrupción, separando al poder político del económico, lo cual tiene gran aceptación entre los sectores populares y, por supuesto, un rechazo de la élite sonorense. Aunque son seis los candidatos en Sonora, tres tienen la mayor visibilidad entre la población. Dos, Ernesto (a) Borrego Gándara y Ricardo Bours, representan los intereses oligárquicos.
Gándara era presidente municipal el 5 de junio de 2009, día del incendio en la guardería ABC. La gente recuerda que ni la policía municipal ni los bomberos entraron al rescate de los niños, y fueron jóvenes llamados despectivamente cholos, habitantes de barrios marginados, quienes se metieron a salvar cuantos niños pudieron. En esos días de tragedia, su actitud frente al poder federal y al gobernador fue de absoluta complacencia, y contra el interés de los padres de los niños muertos y mutilados. Además, en 2007 el Borrego subió la deuda de Hermosillo a 542 millones de pesos. Por su parte, Ricardo Bours es el candidato de los intereses de los barones del Valle del Yaqui. Su campaña se apoya en escupitajos y provocaciones que lanza contra Alfonso Durazo, como si las elecciones fueran pleito de cantina. A pesar de que plagia las propuestas del resto de los candidatos no muestra programa ni objetivos concretos y probablemente como los otros tres contendientes, esperará un intercambio de favores con la candidatura de Gándara.
No es novedad que la campaña de la 4T en Sonora enfrenta una despiadada embestida de desprestigio por parte de la mayoría de los medios sonorenses. Tampoco, que se resuelve en contradicciones de pragmatismo aglutinando cuadros francamente derechistas. Pero frente a la maraña del chismorreo y las falsas noticias, sin embargo, es importante destacar que la trayectoria política de Durazo muestra consecuencia y honestidad en sus compromisos, al contrario de sus actuales adversarios.