Buenos Aires., En una silenciada y sorpresiva visita, el jefe del Comando Sur de Estados Unidos, Craig Faller llegará hoy a Buenos Aires, procedente de Uruguay. Realizará encuentros en esta capital, donde será recibido por el ministro de Defensa, Agustín Rossi.
Además, viajará a Usuhaia, la capital de Tierra del Fuego, lugar elegido en los acuerdos de seguridad con el gobierno anterior del derechista empresario Mauricio Macri para instalar bases militares y un Centro Regional de Inteligencia, que fue denunciado por analistas, advirtiendo los peligros para la soberanía nacional que significaban estos compromisos adquiridos.
Este periódico dio a conocer en diversas circunstancias los acuerdos de seguridad firmados por el gobierno de Macri (2015-2019) y sus funcionarios de Defensa y Seguridad con el Comando Sur, entre ellos la restauración de un decreto de 1995, signado por el entonces presidente Carlos Menem para instalar una base en Tolhuin, segunda ciudad de Tierra del Fuego destinada supuestamente a vigilar explosiones nucleares.
De la misma manera el ministro de Defensa de Macri, Óscar Aguad, había anunciado la instalación en Usuhaia de una base “logística” para abastecer “las misiones de exploración de la Antártida argentina”, entre otros temas.
De hecho, en la provincia de Neuquén, donde están los yacimientos de Vaca Muerta, fue construida una base dentro del programa de “ayuda humanitaria” del Comando Sur, que ya había intentado instalarla en 2012, lo que no se aceptó.
En 2017, diplomáticos de Estados Unidos, mencionando las inversiones de las multinacionales Chevron y Exxon Mobil en los yacimientos de Vaca Muerta, habían ya supervisado el lugar en que podría ubicar esta “base”, lo que en 2018 ya empezaría a levantarse con un costo anunciado de 2 millones de dólares, bajo el manto de un sitio para la Defensa Civil de esa provincia.
Este galpón de 600 metros se configuraba dentro de lo que sería ayuda humanitaria en caso de catástrofes, en la llamada Autovía Norte, cercana al aeropuerto.
En general, ante la grave situación económica que dejó Macri en un país literalmente arrasado, con una deuda de más de 200 mil millones de dólares y con miles de pequeñas y medianas empresas cerradas y grandes industrias paralizadas, un altísimo desempleo y casi 50 por ciento de pobreza, el gobierno de Alberto Fernández, del Frente de Todos (peronismo), accionó con rapidez en el caso de la deuda adquirida por Macri, agravada con un préstamo de 57 mil millones de dólares, el más alto entregado por el Fondo Monetario Internacional, cuando ya estaba a punto de dejar el gobierno, y cuyo vencimiento era de un asfixiante corto plazo.
En este momento esas negociaciones se realizan, sin embargo, la pandemia de coronavirus que asoló al mundo sólo tres meses después de haber asumido el gobierno de Fernández limitó muchos movimientos por recuperar la producción en el país ante un panorama social denigrante.
Esto hizo que se dejara de lado deudas como las de defensa de la soberanía nacional, violentada por los acuerdos de seguridad que penden sobre la cabeza de los argentinos tan duramente como la económica. Por eso esta visita de Faller que pasó y dejó su sello en Uruguay, país al que se ofreció y entregó “ayuda humanitaria”, un eufemismo para nombrar la injerencia directa de Washington, provoca muchas dudas en esa nación vecina, como en Argentina.
También esta movida se inscribe en el momento en que el presidente Joe Biden ha invitado a su par argentino para un encuentro en Estados Unidos, país donde un joven y reconocido ministro de Economía, como Martín Guzmán, negocia cada día cómo se podría resolver un pago diferido de la enorme deuda que contrajo Macri, en los duros límites de la pandemia.