Estamos formados con nuestros contemporáneos, la generación nacida entre 1930 y 1960, en una kilométrica cola y no lo creo. La pandemia nos ha reunido a la generación de la ruptura, del 68, del rock, de la liberación sexual. En estas filas interminables que han venido a vacunarse, nos observamos como en un álbum de familia, en el tramo final de la vida. Eso fuimos y esto somos. Somos las y los mexicanos que vivieron y sufrieron a la mitad de su camino el arribo del neoliberalismo, que pusieron en marcha miembros perversos de nuestra generación y que otros miembros en resistencia logramos revertir el 1º de julio de 2018. Más que las cabelleras encanecidas, son los cuerpos cargados de historia los que nos hablan y denuncian la crueldad neoliberal. Los cuerpos debilitados por el golpeteo de las corporaciones. Avanzamos lento pero seguros hacia la primera dosis que nos permitirá vencer al virus. Estamos en uno de los 10 centros de vacunación de Morelia fruto del esfuerzo combinado del gobierno municipal, la Secretaría de Salud del estado y los “servidores de la nación”. La organización es impecable y el trato que nos dan está orientado por la solidaridad y el amor y respeto a los mayores. Todos laboran con pasión y entrega: los que instruyen y reciben a los miles que llegan, los médicos y enfermeras, los que registran y levantan censos, los diversos asistentes. Pienso que esto es el reflejo de lo que emana como ejemplo vivo de moral y compromiso, desde la cúspide de la 4T. Aunque la mayoría caminamos sin problema, muchos otros lo hacen con bastones y andadores de discapacitados o bien en las sillas de ruedas que se ponen a su disposición. No faltan los que apenas logran moverse o los que llegan irremediablemente conectados a un tanque de oxígeno. La plática entre los asistentes no tarda en llegar, al fin y al cabo somos los herederos de una larga vida y algo tenemos que contarnos. En mi caso el azar me sitúa junto a Javier Tena, ex clavadista de talla internacional, quien me platica emocionado episodios fascinantes de su vida. Pienso que en el futuro, todo ser humano tendrá el derecho y la obligación de escribir y publicar sus memorias, y que éstas deberán quedar en repositorios públicos. Será una manera de honrar a todo ser humano y de mantener la memoria colectiva. Nadie podrá morirse sin relatarnos lo que hizo o deshizo con su vida.
En México, como en el resto del mundo, la tarea ineludible de vacunar a los mayores es descomunal: 15.4 millones. Sin embargo, como lo señala el Plan Nacional de Vacunación, que es científica y moralmente impecable, vacunando a este sector se reducirá la mortalidad por Covid-19 en 80 por ciento y esto se deberá alcanzar en las próximas cuatro o cinco semanas. Para lograrlo se han articulado las acciones de las instituciones federales de salud, bienestar, Conacyt y educación, con los gobiernos estatales y municipales. Destaca la participación de los 10 mil centros integradores que han formado un número igual de brigadas para vacunar en los poblados más remotos y aislados, y los 25 mil estudiantes voluntarios procedentes de las universidades y tecnológicos del país. A la fecha se había ya vacunado a 72 por ciento del sector salud y a 77 por ciento del educativo, y sin dejar de avanzar con los adultos mayores se comenzaba a vacunar en la región más densamente poblada del país: la megalópolis de cinco estados del centro más la capital de la nación.
Cada persona vacunada es una vida potencialmente salvada y esto significa sin duda un triunfo de la ciencia y de la especie humana. La palabra vacuna proviene del descubrimiento que hizo el médico inglés E. Jenner en 1796 con las vacas enfermas de viruela que inmunizaban a sus dueños de la viruela humana. A partir de entonces los avances en la microbiología y en la biología molecular, permiten hoy controlar enfermedades infecciosas como viruela, tuberculosis, difteria, tétanos, tos ferina, poliomielitis, rabia, cólera y sarampión. Ello sin olvidar que la ciencia ha sido gradualmente cooptada por las grandes corporaciones, una tendencia global; lo que hace que una veintena de países acaparen 90 por ciento de las vacunas anti-Covid y que nueve de cada 10 personas de 70 países no podrán vacunarse este año. Aquí contrasta el caso de Cuba, que ya posee cinco tipos de vacuna anti-Covid producidas por una ciencia pública y solidaria, y que en agosto próximo podrá distribuirlas entre los países pobres (https://cutt.ly/3cTC0UQ). No obstante, la conciencia de especie sigue avanzando. El mirarnos como hormigas que trabajan organizada, solidaria y desinteresadamente por el bien común, el bienestar de los que nos siguen y la salud del planeta, y más allá de los intereses perversos de una minoría. Una conciencia que fue y seguirá siendo la “fórmula secreta” para que la humanidad siga adelante.