Parece que en el Banco del Bienestar se tomaron muy en serio –sólo para algunas cosas, desde luego– la Ley Federal de Austeridad Republicana, porque en su nombre, y desde que a la dirección general arribó la abogada itamita Diana Álvarez Maury –sin experiencia alguna en cuestiones bancarias ni financieras–, ha dado de baja a más de 500 trabajadores, con buena parte de la plantilla directiva en primer lugar, a quien, sin más, despidió sin respetar sus derechos laborales, sin considerar que sus contrataciones fueron autorizadas por el respectivo consejo de administración, que preside el secretario de Hacienda, Arturo Herrera.
¿Por qué Álvarez Maury –también licenciada en semiología y, antes de ocupar su actual posición, consultora de una preparatoria– arrasó con los ejecutivos de primera línea? (aquellos que transformaron al Banco del Ahorro Nacional y Servicios Financieros, Bansefi, en el Banco del Bienestar). Bueno, se le hizo fácil proceder en tal sentido para así poder cubrir mayoritariamente las plazas “vacantes” con egresados del ITAM, al tiempo que, ilegalmente, decidió “ahorrarse” las liquidaciones correspondientes. A la calle y a quejarse a su casa, porque los que causaron baja ni siquiera fueron notificados oficialmente. Los afectados se enteraron por la vía de los hechos.
¿Qué hace una abogada del ITAM, ex consejera de Santiago Creel en el IFE (ahora INE) y “consultora y comunicadora certificada en semiología de la vida cotidiana” al frente de una institución social como el Banco del Bienestar? Quién sabe, porque la misma pregunta se hicieron –sin obtener respuesta– en la Secretaría de Gobernación cuando, padrino de por medio, fue designada como subsecretaria de Desarrollo Democrático, Participación Social y Asuntos Religiosos.
Pero más allá de esa incógnita, el punto es que los itamitas incrustados en el régimen neoliberal contribuyeron de forma decidida a destrozar el bienestar de los mexicanos, aunque hoy, con una administración distinta, quién sabe cómo lograron colarse a la que desde un principio fue catalogada como una joya de la política social. Como tiempo atrás se planteó en este espacio, ¿quién convenció al presidente López Obrador de que Álvarez Maury era la pieza faltante para “combatir la desigualdad social, la corrupción, la avaricia y el despilfarro de los bienes y recursos nacionales”, como lo establece la Ley Federal de Austeridad Republicana?
Pero como Álvarez Maury aplica esa ley a contentillo, por un lado despide a un buen número de trabajadores del Banco del Bienestar sin liquidación y por otro hace como que no ve lo establecido en el artículo 12, fracción V, porque contrató dos despachos externos de abogados (Zárate García Paz y asociados, y Bargalló Cardoso y asociados) para que le saquen las castañas del fuego, las demandas laborales entre ellas, con todo y que el área jurídica de la institución financiera cuenta con más de medio centenar de personas de planta que, supuestamente, se dedican a lo que ahora atienden los dos despachos citados.
El artículo 12, fracción V, deja en claro que “la contratación de servicios de consultoría, asesoría y de todo tipo de despachos externos para elaborar estudios, investigaciones, proyectos de ley, planes de desarrollo, o cualquier tipo de análisis y recomendaciones, se realizará exclusivamente cuando las personas físicas o morales que presten los servicios no desempeñen funciones similares, iguales o equivalentes a las del personal de plaza presupuestaria, no puedan realizarse con la fuerza de trabajo y capacidad profesional de los servidores públicos y sean indispensables para el cumplimiento de los programas autorizados…”. Pero ella los contrató. Y lleva menos de un año en el puesto.
Otra perla de Álvarez Maury: como su coordinador de asesores, por medio de outsourcing, designó a un personaje relacionado con el chanchullo priísta con las tarjetas Monex en la elección presidencial de 2012. Se trata de Alfredo Orellana (también itamita). Y como ésas, muchas más.
El nuevo gobierno de la República realizó un gran esfuerzo para crear un banco con altísimo contenido social, pero a veintiocho meses de distancia nadie sabe ya en qué terminará.
Las rebanadas del pastel
Por cierto, sólo en los últimos días de marzo en tres sucursales del Banco del Bienestar (Jiquilpan, Michoacán; Valle de Bravo, y Tehuantepec, Oaxaca) se robaron casi 10 millones de pesos, y contando.