Parece cuento de terror, pero es tan real que estremece: 26 meses al hilo (desde diciembre de 2018) sin contratar nueva deuda pública (algo no registrado en más de 40 años) y el saldo legado por los gobiernos neoliberales no deja de crecer, y en proporciones verdaderamente desvalijadoras de las finanzas nacionales.
El más reciente informe de la Secretaría de Hacienda reporta que al cierre de febrero pasado dicho saldo fue de 12.3 billones de pesos, un billón 100 mil millones más (9.8 por ciento de incremento) que un año atrás y un billón 800 mil millones adicionales (17 por ciento de aumento) si la medición se hace desde el primer mes de la actual administración gubernamental.
Así es: en 26 meses, sin contratar deuda pública, su saldo aumentó por intereses del propio débito que en tiempos neoliberales creció descomunalmente sin beneficio alguno para el país.
Solo en febrero de 2021 de las arcas nacionales salieron más de 12 mil 500 millones de pesos para pagar los intereses de la deuda interna del sector público federal y alrededor de mil millones de dólares (cerca de 20 mil millones de pesos) para cubrir los correspondientes al débito externo.
Para dimensionar de qué se trata, en números cerrados el pago de intereses internos y externos de una deuda que no se ha incrementado en más de dos años sumó 32 mil millones de pesos, es decir, un monto similar al que el gobierno del presidente López Obrador ha destinado a la compra de vacunas contra el Covid-19 en beneficio de 126 millones de mexicanos. No puede dejarse de lado lo sucedido en los últimos tres gobiernos neoliberales, a lo largo de los cuales la deuda pública enloquecidamente se multiplicó por cinco.
De Ernesto Zedillo, Vicente Fox recibió un saldo de deuda pública cercano a 2 billones de pesos y al concluir su sexenio lo había incrementado a 3.2 billones, un aumento de 60 por ciento en el periodo.
El ranchero mariguanero legó ese saldo a Felipe Calderón, quien al dejar Los Pinos lo había incrementado a 5.9 billones de pesos, un aumento de 84 por ciento, todo ello sin considerar el voluminoso cuan creciente pago de intereses.
Ya con Enrique Peña Nieto, el saldo de la deuda pública creció de 5.9 billones a 10.55 billones de pesos, un crecimiento de 79 por ciento en el sexenio, con todo y que en ningún momento dejó de cubrir el costo financiero del débito.
En esos 18 años el saldo de la deuda del sector público federal se incrementó 527.5 por ciento, independientemente del permanente y creciente pago de intereses, el cual sólo benefició y beneficia a las instituciones financieras que solícitamente han otorgado crédito al gobierno mexicano, con el único resultado de que ellas se hinchan de ganancias y, quiéralo o no, el pueblo mexicano paga con puntualidad.
En donde tampoco se registra mejoría, es en el ritmo de crecimiento del saldo de otra herencia del neoliberalismo: la ilegal deuda por el “rescate” bancario de 1995 y años siguientes (léase Fobaproa, disfrazado de IPAB desde 1999), cuyo avance fue permanente durante los gobiernos neoliberales (de Zedillo, padre de este “salvamento”, a los barones del dinero, a Peña Nieto).
Al iniciar el gobierno de López Obrador los pasivos de ese “rescate” (que se incrementaron alrededor de 50 por ciento con Fox, Calderón y Peña Nieto, con todo y que año tras año se destinó una partida presupuestal para cubrir el costo) ascendía a 947 mil 625 millones de pesos. Dos años y pico después (febrero 2021) sumaron 968 mil millones.
Algo similar sucede con el “rescate” carretero (uno de los muchos que llevaron a cabo los gobiernos neoliberales con dineros de la nación en beneficio de su grupo de amigos), también autorizado –ilegalmente– por Ernesto Zedillo. Cuando Fox se instaló en Los Pinos, sus pasivos sumaron 102 mil 700 millones de pesos; al dejar la residencia oficial, Peña Nieto heredó 256 mil millones, un aumento de 150 por ciento en el periodo.
Al cierre de febrero reportó una reducción cercana a 26 mil millones, pero lo peor del caso es que los neoliberales regresaron las carreteras concesionadas a los empresarios “rescatados” y dejó la deuda a los mexicanos, y a ese ritmo no hay presupuesto que alcance.
Las rebanadas del pastel
El FMI estima que las “cicatrices” económicas por la pandemia permanecerán visibles hasta 2024, pero olvidó mencionar que las causadas por sus políticas de “ajuste estructural” son visibles desde hace 75 años.