El muralismo sigue vivo y vigente. Fue la conclusión de la mesa virtual Muralismo, investigación, academia, restauración y patrimonio, efectuada ayer en el segundo día de actividades del Congreso Internacional A 100 años del muralis-mo mexicano.
Para el filósofo y crítico colombiano Efer Arocha, la visión académica que ha declarado caduco o muerto al muralismo mexicano es “sumamente pesimista y un po-co conservadora”.
Aseguró que a la academia le corresponde analizar, pero el conocimiento lo producen los creadores. Aludió al caso de Francia, su lugar de residencia, donde las grandes corrientes pictóricas “fueron sacadas por las academias y centros universitarios” porque tienden al conservadurismo.
Tras destacar que el muralismo se ha extendido a todos los continentes, aclaró que el mural, desde el punto de vista de sus temáticas, “no es una expresión individual, sino sencillamente la condensación, la plasmación, la conciencia colectiva de un pueblo en un espacio preciso”.
Según el historiador de arte Octavio Fernández Barrios, el muralismo está vigente como un arte público de compromiso social y seguirá vivo mientras haya un principio de resistencia e inquietudes sociales, mientras no se hayan garantizado completamente los derechos del ciudadano y los derechos inalienables del individuo, mientras no se satisfagan todas las necesidades de reconocimiento y bienestar.
“La solución final, las soluciones técnicas o materiales van a ser muchas. Definitivamente esta expresión va a buscar, en términos de eficiencia, lo que más le funcione, y por eficiencia me refiero no sólo a la perdurabilidad, sino a la visibilidad y accesibilidad a los grandes públicos. Vamos a seguir viendo muchas manifestaciones de ello.”
El muralista y gestor cultural boliviano Javier del Carpio Sempertegui vaticinó que ese movimiento, como expresión pictórica-artística y reacción sicológica del individuo a la sociedad y viceversa, no desaparecerá nunca.
Arte siempre revolucionario
“Pueden ser distintos los materiales, pero el objetivo es el mismo. El muralismo como tal representa en su magnitud el sentir de los pueblos. Es una construcción que no se hace de manera individual, sino se le trabaja de manera colectiva (…) Será revolucionario, siempre y cuando las etapas de ascenso político y económico de la sociedad lo requieran”.
La investigadora Alicia Azuela, del Instituto de Investigaciones Estéticas (IIE) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), consideró que la pervivencia del muralismo, concebido como una forma de arte público comprometido socialmente, se debe a su capacidad de adaptación a las épocas, las tecnologías, las posibilidades de creación de la obra y los espacios.
Su colega Mercedes Sierra aseguró que la vigencia de esta expresión es incuestionable y sostuvo que en la actualidad el movimiento muralista se ha segmentado y cumple diferentes funciones. Mencionó el realizado desde el amparo institucional de gobierno e instituciones educativas; el que hace un servicio social desde las calles y no es el grafiti; y el de protesta, que está continuamente en aparición.