No se sabe si amaneció de buenas o de plano tiene el optimismo desbordado, pero el hecho es que el secretario de Hacienda, Arturo Herrera, sacó su bola de cristal y en ella encontró un mágico mensaje: en 2022 la recuperación económica será mayor a la estimada previamente y el crecimiento del producto interno bruto (PIB) rondaría 5 por ciento, una proporción similar a la por él mismo visualizada para el presente año. Ello, porque el panorama mejora “y el rebote dependía de la forma en que nos hemos adaptado y respondido a la pandemia”.
Sin embargo, aún si se materializara el presagio del optimista vidente de Hacienda y se consideraran los resultados del primer bienio de gobierno, entonces el balance del cuatrienio (2019-2022) sería positivo, pero extremadamente limitado, pues el promedio anual de “crecimiento” en ese periodo apenas sería de 0.35 por ciento.
De cualquier suerte, es viable el augurio de Herrera (que básicamente apuesta a la vacunación masiva y al paquete de “estímulo” del presidente Biden), porque en casi todas las crisis económicas que ha padecido el país –que son muchísimas– a la pronunciada caída del PIB en un año dado, al siguiente se registra un fuerte crecimiento, aunque no siempre dicho avance resulta suficiente para tapar el profundo cráter abierto por la sacudida.
Por ejemplo, en 1932 (con Pascual Ortiz Rubio en la Presidencia y producto de la Gran Depresión) la economía mexicana se hundió casi 15 por ciento, pero en 1933 el PIB mexicano registró un crecimiento cercano a 11 por ciento; en 1995 la crisis derivada de los llamados “errores de diciembre” provocó que el producto se desplomara 6.5 por ciento, aunque en 1996 se registró un crecimiento de 5.2 por ciento. Los mismo con la sacudida de 2009, cuando se hundió 6.75 por ciento y en 2010 avanzó 5.5 por ciento. En los tres casos las cifras positivas no alcanzaron a tapar el profundo hoyo causado por la sacudida. Entonces, el pronóstico de Herrera no resulta descabellado, pero hay que ver para creer.
Sin embargo, como bien lo advierte el Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC), “la inercia heredada por el modelo neoliberal –esperar los efectos de la reactivación de la economía estadunidense o el gasto social asistencial– no será suficiente para superar los desafíos de la nueva realidad estructural que vive el país. Por ello, México tiene la oportunidad de enfrentar la nueva realidad que se ha generado en la economía nacional y global si pondera adecuadamente los retos que se han creado a raíz de la recesión que se enfrenta”.
La reconstrucción de la economía mexicana “puede avanzar a través de la ruta del desarrollo industrial para generar un entorno de inversión productiva que revierta los efectos estructurales de la minusvalía productiva que trascendió 2020 y que ha llevado a un nuevo retroceso del PIB en el primer trimestre de 2021”, anota el IDIC.
La aparición del Covid-19 encontró un sistema productivo con baja capacidad para crear valor agregado, por ello el promedio de crecimiento durante la primera parte del siglo XXI (Fox-Peña Nieto) fue de 2 por ciento. Ahí se presentó el bicho: un problema de salud pública que encontró a una economía que ya estaba enferma desde hace 40 años, subraya el citado instituto.
Para el IDIC es necesario considerar la “desaparición” de muchos establecimientos en la economía mexicana, porque ello muestra no sólo la magnitud de la contracción en la coyuntura, sino la reducción en la capacidad de creación de empleo e inversión que el sistema productivo tendrá a corto y mediano plazos. Además, un primer trimestre (de 2021) con caída económica atribuible a la nueva realidad del sistema productivo: menor capacidad para generar crecimiento económico.
Las rebanadas del pastel
La Fiscalía General de la República investiga a Carlos Romero Deschamps por “depósitos acumulados de 309 millones de pesos”, reveló el presidente López Obrador, con base en información de la Unidad de Inteligencia Financiera. Qué bueno, pero la pesquisa no debe tomar mucho tiempo, porque el salario oficial del ex “líder” petrolero era de 28 mil 636.50 pesos netos mensuales, de tal forma que para reunir lícitamente la citada cantidad debió trabajar en Pemex 900 años, sin gastar un solo centavo de su estipendio. Entonces, ¿cuándo lo enchiqueran?