El narrador, cineasta y traductor Juan Manuel Torres (Minatitlán, 1938-Ciudad de México, 1980) pertenece a una generación de escritores tan brillantes, la de “medio siglo”, que se quedó al margen del canon centrado en unos cuantos. En contra de Torres operó su temprana muerte, debido a un accidente automovilístico, la falta de rediciones de sus libros y haberse alejado del quehacer literario por dedicarse al cine.
Poner de nuevo en circulación al novelista y cuentista es el objetivo de la editorial independiente Nieve de Chamoy, en alianza con la Universidad Veracruzana (UV) y el Instituto Veracruzano de la Cultura (IVEC), por medio de la edición de las obras completas de Juan Manuel Torres, cuyo primer tomo, Cuentos y relatos, ya salió a la luz.
El investigador español José Luis Nogales Baena, responsable de la edición crítica de los cuatro tomos proyectados, habla en entrevista de cómo descubrió a Torres al realizar su tesis doctoral sobre Sergio Pitol (1933-2018), quien lo nombra en sus cuentos y escritos: “Me di cuenta que eran muy buenos amigos. Se ve mucho en la correspondencia inédita que se incluirá en el segundo tomo. Torres decía que Pitol era su mejor amigo, pensó que era su único amigo”.
Para Nogales Baena, “en cierta manera Pitol se había encargado en su obra de dejar menciones a Torres, también para que se conociera”.
¿Posibles influencias? El entrevistado señala: “En términos literarios diría que sí, sobre todo en la novela. Cuando Torres escribe los cuentos, entre 1962 y 1963 hasta 1969, quizá. Casi todo ese tiempo está en Polonia –estudió cine en Lodz– y se cartea con Pitol. En ese periodo las influencias son mutuas. Aunque para mí, Juan Manuel veía a Pitol como una suerte de maestro literario y le hacía mucho caso”.
Nogales Baena agrega que Torres influyó más a Pitol en cuanto a la cultura polaca: “le funcionó como una suerte de guía, porque la conocía mejor. Sin duda conocía mucho mejor el polaco que Sergio, llevaba varios años en el país y estaba casado con una polaca. Influyó en engancharlo a esta cultura y darle a conocer ciertos autores, entre ellos, Bruno Schulz y Witold Gombro-wicz. Creo que Sergio siempre estuvo agradecido por eso”.
Según el filólogo, Torres es muy original en su forma de ensamblar los textos: “En El viaje (1969) trabaja mucho la estructura, entonces, crea un libro de cuentos, aunque en verdad éstos están en lo que se llama un ciclo de cuentos. De allí que también se le llama un libro de textos integrados, en donde hay una serie de motivos y elementos que se repiten, que conectan los diferentes textos con otros.
“No son narraciones absolutamente autónomas. Uno puede tomar el cuento, publicarlo en una revista y tiene sentido. Sin embargo, si va al libro y sigue la secuencia de los textos, todo suma más que las partes individuales, porque están integrados.
“El primer cuento es un microrrelato de prácticamente una página. El último es casi una novela corta. Hay unos efectos con la voz que narra los cuentos, primero, en tercera persona, luego hay una primera persona que es mujer. Conforme uno lee se da cuenta que es el propio autor que se convierte en personaje.”
Ya está en preparación el segundo tomo de la colección, dedicado a las traducciones hechas por Torres, como la que hizo de Las tiendas de color canela, libro de Bruno Schulz, “publicado por la Universidad Nacional Autónoma de México, aunque nunca se le reconoció la autoridad a Torres”. Luego están las cartas, todas desconocidas, que Nogales Baena encontró en lugares como las universidades de Princeton y Yale.
El tercer volumen comprenderá la novela Didascalias y dos fragmentos de otra que quedó inconclusa. El último tomo se centrará en el cine. Todos se acompañan de notas al pie de página, reseñas, ensayos y testimonios de su familia.