El gobierno federal trabaja en dar el salto de la agricultura industrial a la agroecología, para lo cual estableció un plan de transición, en el que participan por ahora alrededor de 31 mil productores actualmente incluidos en la Estrategia de Acompañamiento Técnico del programa Producción para el Bienestar, y quienes poseen menos de 20 hectáreas.
En el país hay 5 millones de unidades de producción, de las cuales 93 por ciento tienen hasta 20 hectáreas, generan 54 por ciento de la producción agrícola nacional y 85 por ciento del empleo rural, explica Víctor Suárez, subsecretario de Autosuficiencia Alimentaria de la Secretaría de Agricultura (Sader).
Considera que, a diferencia delo que estableció la revolución verde, que impulsó el uso de plaguicidas, se busca la recuperación de suelos. “Los veían como algo inerte, muerto y, por tanto, había que estarle aplicando fertilizante, lo cual propició la compactación de los suelos, la pérdida de oxigenación y la desertificación. Nosotros queremos recuperar la salud de la tierra por medio del uso de bioinsumos y microorganismos”.
Además, la agricultura sustentable, con uso reducido o nulo de agroquímicos y cero herbicidas, como el glifosato y el paraquat, es una alternativa viable para los productores de México, incluidos los de escala comercial media y grande, interesados en obtener ganancias y en exportar, señaló.
Cambio de paradigmas verdes y sustentabilidad
Por su parte, Viridiana Lázaro, de Greenpeace, considera que en el suelo no se requiere suprimir hierbas ni insectos, sino conocer cómo trabajan poblaciones y el ecosistema, “la agroecología se basa en conocimientos ancestrales para las prácticas menos dañinas al medio ambiente, se propone transitar hacia ella, pasar del sistema y modelo industrializado a una producción que es menos dañina al medio ambiente”.
Uno de los principios de la agroecología es la soberanía alimentaria de productores y consumidores y no de las trasnacionales.
En el país hay experiencias agroecológicas que se pueden extender a más territorio en varias entidades. Por ejemplo, Claudio Beltrán Ramírez, de Sinaloa, en 600 hectáreas de maíz trabaja con el sistema de Agricultura Campesina de Conocimientos Integrados y Manejo Integrado de Cultivos Inducidos (ACCI-MICI), que implica reducción o cero agroquímicos y prescindir totalmente del glifosato.
Leonel Ibarra Primero, del municipio de Navolato, Sinaloa, desde 2019 cultiva soya, después de 25 años de prohibición por razones fitosanitarias. Esto se hizo con el mismo sistema ACCI-MICI, con cero uso de agroquímicos y menos glifosato.