La escalada contra el régimen de la 4T es un hecho descarnado; sin miramientos. Los beneficiarios del régimen de privilegios han desechado el disfraz; ahora actúan a campo abierto, faltaba más. Las caretas cayeron, no porque se las quitaran, sino porque el escenario cambió súbitamente dejando a los actores, dueños de la pantomima –comedia de simulaciones–, en el medio, desnudos, tales cuales son.
Esos actores, no obstante, no son los amos, sino sus voceros o sus espadachines o, apenas, mercenarios. Entre ellos, los “intelectuales”. Unos que dejaron de pensar, si es que alguna vez lo hicieron. No se han ofrecido ni a sí mismos una explicación de lo que pasó. Quizá hubo algunos excesos y, en eso, el pueblerino se les coló, y ahora es el Presidente de la República. Su suerte no los llevó a reconocer, al menos sotto voce, que hubo causas estructurales provocadas que derribaron los poderes corruptos.
Teníamos y tenemos una democracia electoral de mentiritas. Abundan los ejemplos. Desde contiendas por la Presidencia, gubernaturas (¿no es cierto, Lic. Del Mazo?), o diputaciones, en las que no se trató de saber a quién favorecía el voto popular, sino de dar paso a algún sujeto que sirviera al régimen de privilegios corruptos. Así ha sido. En 2006, un candidato sobresaliente, AMLO, mandó al diablo las instituciones, cuando PRI y PAN las habían mandado aún más lejos con los resultados que cocinaron, pasándose por el arco del triunfo la ley, sin escrúpulo ninguno. Después se sumó el cabuz que aún menea la colita: el PRD. Esos “partidos” actuaron el esperpento del fraude “patriótico”. ¿Qué es eso? Un sistema para, por las malas y por las peores, continuar flotando en el fango putrefacto del neoliberalismo implacable.
Como si fuera la última oportunidad de la vida para salvar ese régimen violentamente contrario a los excluidos de la historia, todos a una, voceros, espadachines y mercenarios, con toda su deshumanización descarnada, usan armas cualesquiera para impedir que AMLO cuente con una mayoría en el Congreso.
El tamaño de los intereses en juego está a la vista. La inmensa mayoría de los medios está al servicio de esa causa miserable, incluidos algunos extranjeros “progre”. Véase esta muestrita mínima. En Foreing Affairs del pasado febrero la despechada estadunidense Denise Dresser publica el artículo “El presidente de México está dispuesto a pelearse con Washington. La administración Biden no puede permitirse el lujo de ignorar a su vecino del sur”: presidente Biden qué espera usted, ¿no ha oído a Dresser?. El periodista David Agren, del staff de The Guardian, publica el 15 de febrero “México fue una vez un líder climático –ahora está apostando a lo grande por el carbón”; escribe: “El presidente populista ha promovido una visión de soberanía energética, en la que los organismos estatales –la petrolera Pemex y la Comisión Federal de Electricidad (CFE)– bombean petróleo y generan electricidad. Los actores privados, que han invertido fuertemente en energía limpia, son relegados a un papel secundario en la visión de López Obrador”. Los intereses de antes, contra el orden que quiere poner AMLO en el atraco eléctrico. Tomen nota los electores de cómo actúa “el presidente populista”.
¿Quiere usted un ataque feroz, vestidito de “académico”? Aquí tiene: “El inamovible AMLO” de Humberto Beck (Colmex), Carlos Bravo Regidor (CIDE) y Patrick Iber (Universidad de Wisconsin-Madison), de próxima publicación en abril por la revista de “izquierda democrática”, Dissent. Diez páginas, en inglés desde luego, de coscorrones con todos los temas. AMLO no se mueve de sus posiciones ¡qué barbaridad! Concluyen: “Sus enfoques [de AMLO] sobre la pandemia y la violencia social no han sido exitosos. Ha dañado al sector público de México, su gobierno no es transparente ni confiable, y no es receptivo a las críticas…, dos años en el poder han demostrado que la esperanza no es suficiente”.
Con el gobierno de AMLO, el pueblo de México ha asomado apenas a lo que puede ser la justicia social. Que se realice mínimamente llevaría muchos años de perseverancia, de aprendizaje, de limpieza de la gigantesca cloaca que los “partidos” PRI, PAN y PRD construyeron con la corrupción infinita, añadida a la extrema injusticia que de suyo el neoliberalismo conlleva como esencia inherente y profunda. El pueblo de México también debe ir con todo votando Morena el próximo junio, para continuar avanzando, aun en medio de la barahúnda que los intereses opositores crean tratando de detener las aún exiguas políticas de tranformación de la 4T.
Diez minutos después de ser elegido presidente, Ronald Reagan dijo: “El gobierno no es la solución a nuestro problema, el gobierno es el problema”. Ergo, lo jibarizó. El primer epígono de Reagan en México fue Salinas. Le siguieron los demás, hasta llegar a Peña. Pero su proyecto fue corregirlo y aumentarlo con la estafa a gran escala. Se sirvieron del Estado a lo bestia y agrandaron al máximo la pobreza estructural.