El verbo exterminar tiene cuatro acepciones, según el diccionario de la Real Academia Española. Una de esas acepciones está en desuso y tres están vigentes: “1. Acabar del todo con algo. 2. Matar o eliminar por completo de un lugar un conjunto de seres vivos. 3. Desolar, devastar por fuerza de armas” (https://bit.ly/39qN1BQ).
El presidente nacional de Morena ha utilizado dicho verbo en una arenga contra el Instituto Nacional Electoral, al considerar que éste “se quedó atorado en el pasado, aplicando viejas prácticas del PRIAN”, por lo que “se tendrá que pensar seriamente desde el Congreso de la Unión si renovarlo o exterminarlo”. El título del reporte, publicado en la página de Internet del propio Delgado, cambia de verbo y en lugar de “exterminarlo” propone “extinguirlo”, sin dejar de considerar a “algunos consejeros electorales” como “gatilleros del PRIAN” (https://bit.ly/39pkCwj).
También beligerante contra el INE, Félix Salgado Macedonio, candidato en litigio a la gubernatura de Guerrero por Morena, dijo el pasado 26 que “aquí el INE se picó el ojo porque no nos conocen. Guerrero tiene historia y nomás que nos diga si quiere elecciones el 6 de junio o no, que nos diga [...]. Se los decimos de una vez: no va a haber elecciones en Guerrero, y en el Congreso van a mandar a un gobernador interino, y ese gobernador interino va a convocar a una nueva elección en un término de seis meses y de todos modos voy a ser el gobernador de Guerrero, ¿para qué le dan vueltas?”
Sin la contundencia verbal de Delgado y Salgado, desde Palacio Nacional también se han hecho críticas al funcionamiento y resoluciones del INE (¡hasta Ricardo Salinas Pliego ha propuesto la desaparición de dicho instituto!). Esta guerra política se vio agudizada a partir de que el citado instituto planteó medidas contra la sobrerrepresentación en la conformación de la próxima Cámara de Diputados (lo que Morena tomó como una maniobra directa en su contra) y, luego, al negar el registro a decenas de aspirantes morenistas, entre ellos los candidatos a gobernar Michoacán y Guerrero, Raúl Morón y Salgado Macedonio.
El fondo del conflicto está claro: Lorenzo Córdova Vianello y un cada vez más reducido grupo de consejeros electorales, de entre los cuales destaca Ciro Murayama, han sido funcionales a una realidad política ya superada, la dominada por el PRI y el PAN. Ahora, con una correlación de fuerzas que ya no le permite ejercer el control de antaño, Córdova se aferra a la vigencia de su elección en 2014 (con Peña Nieto como mando nacional), que debe culminar en abril de 2023. Con esta rijosidad en curso, parecería difícil que Córdova Vianello se mantenga dos años más en su cargo. Una posibilidad provendría de una renuncia voluntaria al cargo de consejero presidente del INE, pero manteniéndose como consejero electoral.
Otra posibilidad es la solicitada por Mario Delgado: que el Congreso de la Unión vaya por una solución completa, tajante, como sería “renovar o exterminar” al instituto entero. Un planteamiento bélico así es, para el muy maltrecho Delgado, sumamente golpeado por los estropicios que ha causado en la postulación de candidatos a diversos cargos, un gran tanque de oxígeno, al exacerbar los ánimos morenistas contra un “enemigo”, al estilo de los presidentes gringos que en momentos personales difíciles suelen iniciar guerras o bombardeos para generar “unidad” patriotera en su entorno.
Ya en noviembre de 2019 un diputado de Morena, Sergio Gutiérrez Luna , secretario de la Comisión de Puntos Constitucionales en San Lázaro, propuso reducir el periodo del consejero presidente del INE, para que fuera de tres años y no nueve. Para ello sería necesario reformar el artículo 41 de la Constitución.
Y, mientras Emilio Zebadúa afina la voz para ejercer la canturía al comparecer ante un juez federal sobre el tema de la llamada estafa maestra y las implicaciones de, por ejemplo, su antigua jefa Rosario Robles, ¡hasta mañana!
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