La Ciudad de México y el país en general sufrieron la semana que terminó una tormenta –o tormento– de datos que dan certeza del saqueo al que fue sometido México en los años del prianismo en el poder.
De pronto no se alcanza a comprender cómo existen algunos honestos, gente de bien, que con actitudes contaminadas de mentiras y necedades juzgan al régimen actual y pretenden ignorar que todo tiempo pasado (más de 30 años) fue peor.
La jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, fijó su postura hace algunos días respecto de la reforma a la ley energética que busca poner orden en la generación y venta de energía en el país. Eso, después de tener por cierto que en cuanto a ese rubro se conformó un sistema de atraco, como lo llamó Manuel Bartlett, para atracar a los pobladores del país.
Y mire si no: resulta que usted, como cualquiera de los habitantes del país o de la ciudad, pagamos lo que se consume en nuestras casas. Pero no sólo eso, porque existe un sistema de subsidios que hace que nuestros impuestos se tomen para cubrir los subsidios que evitan que el recibo de luz venga más abultado, es decir, pagamos dos veces.
En este gobierno los dineros de los impuestos los estamos viendo en las obras que día con día se anuncian o en la compra de vacunas en contra del coronavirus, por citar algunos ejemplos, aunque aún no ha muerto la idea de que el gobierno necesariamente se queda con el dinero de la gente, cosa que aparentemente hoy ya no existe.
Así que el dinero de los impuestos hoy se va a las cuentas bancarias de muy pocos buenos mexicanos que gastan sus ganancias ¿dónde cree usted? Pues sí, en Estados Unidos. Vengan, entonces, las cifras que son materia prima de las críticas constantes.
Resulta que más de la mitad de la riqueza del país –59 por ciento– está en manos de uno por ciento de la población –desde luego el dato que ofreció la Secretaría de Hacienda pasó inadvertido– que la gasta principalmente en Miami.
Los datos son angustiantes. Las fortunas mexicanas en bancos de aquel país suman 93 mil millones de dólares y son nativos de México quienes se ubican en tercer lugar –sólo después de Canadá y China– en la compra de bienes inmuebles en aquel país, y en cuarto sitio en adquirir casas, principalmente en Miami, mientras los mexicanos trabajadores envían parte importante de lo que reciben a sus casas y a México, y se han convertido en el principal apoyo económico de nuestro país. ¡Vaya diferencia de mexicanos!
Y luego, quienes habrían de generar riqueza en México, esos de la reforma energética, sólo han producido 7 por ciento de lo que prometieron, y uno podría decir que eso significa un fracaso, pero no, los que instrumentaron la farsa inmediata esperan especular con las concesiones recibidas para hacer doble la desgracia para México.
Total, bien hizo la jefa de Gobierno en aliarse a una causa justa. La gente de la ciudad, que tal vez no ha visto juntos todos estos datos que se publicaron en las páginas de La Jornada en su sección de Economía, sabrán agradecérselo.
De pasadita
Ayer, Claudia Sheinbaum asistió a un acto en una alcaldía del norte de la ciudad en la que el alcalde jala agua para su molino porque busca relegirse, y ahí presenció los avances del proyecto del plan para cambiar la cara a aquella parte de la CDMX y la otra cara de la moneda de eso que se llama iniciativa privada.
Ahí, uno de los directivos de Famsa, Roberto Campa, que está empeñado –y le está saliendo– en cambiarle la cara al diablo por otra de ángel, señaló con datos precisos la colaboración de la empresa con el proyecto y brindó el apoyo a las tareas de gobierno de Claudia Sheinbaum. Vamos a ver si es cierto.