El 2020, año de la pandemia (que aún no termina) fue catastrófico para la economía mundial y desde luego para la de México, con secuelas sociales de enorme magnitud. Las cifras de la cuenta totalizadora de la oferta y demanda recién publicadas por el Inegi dan base y sustento a tal aseveración; ambas caras de la moneda totalizaron 31,883 billones de pesos, monto -10.0% inferior en términos reales (restando la inflación) al de 2019 (Gráfico 1). Una caída sin precedente en el México contemporáneo.
La oferta interna, medida por el producto interno bruto (PIB) cayó, como es sabido, -8.2% en el año y la oferta externa, la importación de bienes y servicios del exterior, cayó -14.8%
De la demanda, el consumo total de la nación se redujo -8.5%, con sus dos componentes diferenciados: el consumo privado (de las familias y personas) cayó -10.4% mientras que el consumo gubernamental aumentó 2.3%. La inversión fija (Formación bruta de capital fijo), por su parte, se desplomó -18.2%, y de ésta, la inversión privada cayó -19.8% y la pública -7.5.
Es sabido que en medio de las crisis y la incertidumbre las inversiones se repliegan y sólo los visionarios invierten, pero también cada día es más clara y evidente una estrategia del capital de no invertir (y sacar el dinero del país) como arma de negociación/presión/chantaje a un gobierno que, para bien de la nación, están tratando de sanear una relación profundamente viciada. Se reditan los tiempos y las acciones corporativas privadas contra la presidencia de Luis Echeverría, aunque ahora por fortuna el gobierno no incurre en el endeudamiento compensatorio desaforado de aquel entonces, aunque sí parece estar repitiendo el error de no contrarrestar la ofensiva gravando el capital ocioso, improductivo y tránsfuga que si bien es privado tiene también la obligación social y moral de no dañar al país, invertir productivamente el excedente, generar empleo y reproducir la economía.
La oferta y la demanda, graficadas en pesos constantes (sin inflación), se observa que regresaron por la crisis pandémica a los niveles reales de 5-6 años atrás (Gráfico 2), al igual que el PIB (G-3) y el consumo (G-4). Remontar este severo retroceso será lento y difícil, máxime si seguimos montados en la inercia de “los mercados”; son necesarias políticas y acciones de fondo capaces de transformar realmente la economía.
Del consumo privado, el de bienes de origen nacional se redujo -10.5% y el de importados -15.1. El consumo de servicios nacionales bajó -14.1 y el de servicios extranjeros -54.2% (Gráfico 5). No perdamos esta oportunidad para arraigar y desarrollar en México la extensa gama terciaria, el sector de mayor peso en el país y potencial para el crecimiento y el empleo.
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