El fotoperiodista argentino Renzo Gostoli (1944) vive en Río de Janeiro. Sin embargo, durante muchos años se dedicó a documentar movimientos sociales, protestas, catástrofes y funerales de líderes políticos, lo que lo llevó de un país a otro.
En México vivió de 1977 a 1987, y entre su trabajo fotográfico en el Ballet Nacional de México o el que hizo durante el terremoto de 1985, se destaca el registro de las manifestaciones y actividades culturales que realizó el exilio argentino en este país para denunciar a la última dictadura militar, encabezada por Jorge Rafael Videla, Emilio Massera y Orlando Agosti.
Si bien muchas de sus imágenes se perdieron en una inundación en su casa de Brasil, una parte de ese acervo, junto con otros que conformó a lo largo de su carrera, se encuentra resguardada en la página www.australfoto.com
Ahí lo mismo se pueden ver fotos del ex presidente Héctor Cámpora, que del periodista Gregorio Selser; la activista Laura Bonaparte, el escritor Julio Cortázar y decenas de argentinos que vivieron en México.
A 45 años del golpe de Estado en Argentina, que se cumplieron el 24 de marzo, La Jornada conversó con Gostoli.
–¿Qué representó México para los exiliados argentinos?
–Un abrigo, un espacio donde estudiar, trabajar y realizarse sin ser reprimidos. Además, les permitió hacer actividades políticas y culturales contra la dictadura. De hecho, Cámpora salió exiliado desde la embajada mexicana en Argentina hasta el Distrito Federal. Personalmente nunca lo estuve de manera oficial. Sin embargo, no podía volver porque había participado en varias actividades contra la dictadura. A México viajé desde Europa, por eso al principio no tenía un núcleo tan conocido de connacionales exiliados, algo que no le pasaba a otras personas.
–¿Qué significó retratar el exilio?
–En general, cuando eres reportero no piensas en la historia, sino en la actualidad. Era un momento dramático para nosotros. En Argentina había una dictadura feroz. Moría mucha gente. En México tuve contacto con el exilio y me puse a registrar sus actividades. Me parecía que era un momento en el que había que difundir lo que pasaba con los exiliados, sin imaginarme que esas fotografías se convertirían en documentos históricos.
“Había algunas dificultades para hacer las imágenes, porque la gente desconfiaba, ya que los servicios de inteligencia argentina operaban en el extranjero; también había desconfianza entre los grupos políticos de exiliados. Muchas fotos no las hice por eso. Después me empezaron a conocer más y se volvió más fácil. Trabajar en una agencia de noticias me permitió ganarme cierta confianza para acercarme al exilio”.
Memoria gráfica del exilio
–¿A 45 años del golpe de Estado, qué cree que significa la fotografía como memoria histórica?
–La idea de la memoria gráfica no estuvo siempre en mi vida. Fue madurando conforme pasó el tiempo. En esta profesión te das cuenta de que una imagen a la que en su momento no le diste demasiada importancia, se vuelve relevante con los años. Tiene visión y opinión. A 45 años del golpe de Estado es muy importante mostrar nuevamente lo que pasó, para que no se olvide y no se repita, en momentos en que en Argentina desde la derecha se promueve un creciente negacionismo sobre el tema.
–¿Qué era lo más dramático al tomar estas fotografías?
–Cuando los compañeros nos enterábamos que alguien había sido detenido; que había caído y desaparecido. Muchas de las imágenes corresponden a momentos argentinos: desde la denuncia ante la Organización de Naciones Unidas hasta las protestas para que le permitieran al ex presidente Héctor Cámpora exiliarse en México.
–¿Qué fotos llaman su atención?
–Retratar a Julio Cortázar me causó emoción. A mucha gente le pasó lo mismo al escucharlo recitar poemas en Coyoacán, porque mientras lo hacía los pájaros cantaban y las personas permanecían en absoluto silencio. Otra imagen que me conmovió fue la de una protesta frente a la embajada argentina en México, donde se colocaron fotografías de muchos de los desaparecidos. El conjunto del archivo es el que habla, porque a veces una foto es intrascendente cuando está sola.
–¿Cómo se contactó con el exilio argentino?
–Al principio empecé a frecuentar la Casa Argentina de Solidaridad y la Comisión de Solidaridad con el Pueblo Argentino, pero también me acerqué como periodista, al cubrir las protestas de los exiliados. Hasta ese momento no me había definido como fotorreportero, aunque poco después lo hice al empezar a trabajar en agencias internacionales. En Argentina había estudiado sociología y la fotografía la usaba como un registro de denuncia social. Había estado en Nicaragua y en otros países, por lo que siempre me importó la documentación visual de los hechos que me parecían relevantes.
–¿Ha expuesto esta colección?
–Presté una parte para una exposición en el Museo Archivo de la Fotografía, cuando se conmemoró el 40 aniversario del golpe de Estado. Sin embargo, aunque ha habido algunas propuestas para hacer un libro de imágenes, nunca se concretó nada.