Madrid. El Parlamento de Cataluña rechazó ayer la candidatura del independentista Pere Aragonès a la presidencia de Cataluña, en la primera votación de investidura, en la que logró 42 votos a favor, 61 en contra y 32 abstenciones.
Con este clima de tensión y fractura, el independentismo catalán evidenció su división al no lograr la investidura de Aragonès, el candidato de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), que ganó en las elecciones autonómicas del pasado 14 de febrero.
El candidato aún tiene el respaldo de los soberanistas de Junts per Catalunya (JxCat), quienes exigen, a cambio de sus votos, un papel protagónico para el ex presidente Carles Puigdemont desde Bélgica, donde reside en calidad de asilado desde hace más de tres años, tras huir del país luego de la declaración unilateral de independencia catalana en 2017.
En los comicios del 14 de febrero, el bloque separatista consiguió una victoria indiscutible al superar la barrera de 50 por ciento del electorado a favor de la independencia y al ganar 74 de los 135 escaños que integran el Parlamento catalán.
ERC fue la lista más votada del bloque secesionista, con lo que la victoria en número de votos del Partido Socialista de Cataluña (PSC) no supuso un cambio en la hoja de ruta del separatismo, que mantiene como ejes de su programa la proclamación de la independencia para la construcción de una nueva república catalana, forzar al Estado español a declarar la amnistía de los políticos que permanecen encarcelados por su participación en la declaración unilateral fallida de octubre de 2017 y, finalmente, el regreso de los dirigentes independentistas que se refugiaron en otros países para evadir a la justicia española en los cargos en su contra.
Después del debate de investidura, en el que volvió a ponerse en evidencia la profunda división que persiste en el mundo independentista y que puede separarse en tres tendencias: los llamados “neoconvergentes”, representados por JxCat, y los separatistas, representados por el ex presidente Puigdemont, de cariz conservador, con raíces católicas y que han detentado el poder la mayor parte del tiempo.
Precisamente ése es uno de los principales escollos, ya que por primera vez en más de 130 años de existencia, ERC tiene la posibilidad de lanzar a la presidencia de la Generalitat a un dirigente de sus filas.
El tercer bloque del separatismo, minoritario e incluso marginal, es el que representa la Candidatura de Unitat Popular (CUP), que aportan nueve diputados de una formación anticapitalista y que aboga por una declaración unilateral de secesión urgente del Estado español.
La votación no salió adelante por la abstención de JxCat, que solicitó al candidato de ERC que retrasara la segunda votación para evitar un nuevo fracaso. En teoría, la nueva sesión se llevará a cabo el próximo martes.