El Museo Rodin en París está cerrado. Mientras las esculturas aguardan en soledad en la antigua casona donde vivió el artista francés, el recinto compartió Aire y ligereza, como tituló una serie de fotografías con la bailarina Lillian DiPiazza entre las figuras de bronce y mármol. “Te proponemos un verdadero cuerpo a cuerpo entre la danza y la escultura”, así convoca a la mirada virtual hasta el interior del museo.
“El trabajo en el cuerpo, su naturaleza, su capacidad de movimiento y expresión son el corazón del trabajo de Rodin”, se publicó en las redes sociales para anunciar la conjunción de pasiones del escultor: la belleza de la figura humana en el movimiento de la danza y petrificada a detalle por su cincel.
Las imágenes son de Tony Louçao, quien junto a la integrante de la Ópera de París, ambos apasionados de la arquitectura y preservación del patrimonio cultural, se lanzaron en tiempos de encierro a esta aventura entre los tesoros el hotel Biron, donde residió Rodin. El sitio resguarda la colección personal que donó, así como sus archivos, esculturas y dibujos.
En su página en Internet el fotógrafo explica que el primer confinamiento como medida de contención del Covid-19 marcó un súbito paro de la vida escénica, creando un vacío. Entonces comenzó a contactar a bailarines para tomar las fotos fuera de los muros del teatro. Fue el inicio de un momento de esperanza para volver a los escenarios.
“Lograr fotografiar la belleza de un gesto, un movimiento, una línea, una interacción, una emoción, a pesar de estas limitaciones, se ha convertido en un placer al final, especialmente cuando el resultado es apreciado por los artistas escénicos.”
El Covid-19 obligó el cierre de recintos culturales. Ante la situación, desde febrero pasado se ha propuesto al espectador a distancia confrontar las esculturas con la bailarina en ejercicio de su arte.
El pensador, una de las esculturas más famosas, fue el dueto más reciente que retrató Louçao en el jardín de las esculturas y que se publicaron ayer.