Nueva York. El presidente Joe Biden aseguró este jueves, en su primera conferencia de prensa formal desde que llegó a la Casa Blanca, que en las próximas semanas “las cosas mejorarán” en la frontera con México, sobre todo con los menores de edad; duplicó su meta inicial a 200 millones de vacunas en sus primeros 100 días de gobierno; expresó optimismo sobre la evolución de la economía; subrayó que la lucha mundial en el siglo XXI es entre “la democracia y la autocracia”, y declaró que su deseo es “cambiar el paradigma” para beneficiar a quienes trabajan y no sólo a los más ricos.
Pero tal vez lo más notable de la sesión de poco más de una hora realizada en su día 65 en la Casa Blanca fue el retorno a una normalidad sin descalificaciones, afirmaciones falsas ni insultos contra mexicanos, asiáticos o contra periodistas, e incluso –para un acto político– relati-vamente pocas mentiras, y hasta un par de asombrosos “no sé” después de cuatro años de todo lo opuesto por el antecesor de Biden.
A la vez, llamó la atención que no hubo ni una sola pregunta sobre el tema que ha dominado el reciente año, la pandemia, aunque con eso empezó su discurso Biden al declarar que se logró la meta de superar los 100 millones de inmunizaciones y por lo tanto estaba duplicando esa meta para sus primeros 100 días en el poder.
Buena parte de las preguntas a Biden se centraron en la situación en la frontera con México. “Nada ha cambiado” desde que llegó a la Casa Blanca, afirmó al preguntársele si su giro en política ha nutrido el flujo migratorio, pues ese mismo incremento ocurrió con su antecesor Donald Trump, y que es un fenómeno de temporada que registra un incremento cada invierno. No están llegando “porque soy buena gente”, dijo, ya que hubo incrementos similares con Trump. “¿Y alguien está sugiriendo que fue porque él era un buen tipo haciendo cosas buenas en la frontera?”
En migración, ir a problemas de fondo
Subrayó que la forma de abordar el fenómeno es “de la manera en que lo hicimos cuando yo era vicepresidente: poniendo un plan bipartidista de más de 700 millones de dólares para abordar los problemas de fondo de por qué la gente se está saliendo” de sus países, y señalo que él ahora nombró a la vicepresidenta Kamala Harris para continuar con los propósitos de ese mismo programa.
Recordó que Trump eliminó esos fondos, además de desmantelar varios programas para atender a los niños no acompañados y los solicitantes de asilo, entre otros. “Entonces, estamos intentando reconstruir el sistema”, sostuvo.
Repitió que la frontera no está abierta y la gran mayoría de los migrantes que llegan e intentan cruzar son regresados, como la vasta mayoría de las familias. “Estamos tratando de resolver, con México, que quiera aceptar más de esas familias”, al señalar que por ahora no se ha podido expulsar a más personas, porque México se “está rehusando aceptarlas de regreso”.
Explicó que con los menores de edad no acompañados –70 por ciento de los cuales tienen 16 o 17 años edad– ya no son expulsados como sucedía con su antecesor, no se está separando a niños de sus padres ni dejando que estén solos en la frontera. Enfatizó que el desafío inmediato es trasladarlos lo antes posible de las instalaciones de la Patrulla Fronteriza, donde se encuentran en condiciones “inaceptables”, para colocarlos con familiares o en inmuebles del Departamento de Salud, donde hay condiciones seguras y sanitarias, con personal capacitado para atenderlos.
Ante la reiterada pregunta sobre si piensa que su giro en las políticas migratorias y la anulación de ordenes ejecutivas de su antecesor fue demasiado precipitado, Biden declaró que las políticas anteriores no resolvieron nada y que “no ofreceré disculpas” por anular las políticas de separar a niños de sus madres, revertir el Quédate en México o las que tuvieron impacto negativo sobre las leyes “como sobre la dignidad humana”.
En torno a otros temas internos, Biden mostró mayor pasión cuando denunció las iniciativas “enfermas” y “antiamericanas” para suprimir u obstaculizar el voto de los ciudadanos, impulsadas por políticos republicanos en varios estados, y prometió hacer todo lo necesario para frenarlas.
Festejó que desde que se impuso su paquete de rescate económico, la mayoría de las proyecciones indican un crecimiento de hasta 6 por ciento del PIB este año y que las cifras de solicitantes de beneficios de desempleo están por debajo de los niveles antes de la pandemia por primera vez. Afirmó que el mensaje es “que la ayuda esta aquí y la esperanza está en camino”.
Biden señaló que la próxima gran iniciativa de su gobierno será la reconstrucción de la infraestructura nacional, y aseguró que Estados Unidos ahora ocupa el decimotercer lugar a escala mundial en ese rubro. Agregó que China invierte tres veces más que Estados Unidos en infraestructura y que “el futuro” del país depende de eso. Aseveró que esa magna iniciativa no sólo es una inversión urgente, sino que generará buenos empleos y a la vez tendrá que integrar respuestas a la crisis del cambio climático.
Sobre política exterior, respondió a preguntas sobre la relación con China, recordando que conoce bien al presidente Xi Jinping, a quien reiteró que Estados Unidos no desea un enfrentamiento, pero sí competencia, y que se insistirá en que China “juegue con las reglas internacionales”. Añadió que la nación asiática tiene el propósito de “volverse el país líder del mundo”, pero “eso no va a suceder” bajo un gobierno de Biden, ya que Estados Unidos “va a continuar creciendo y ampliando”.
Democracia sobre autocracia
Indicó que lo que está en juego en el mundo del siglo XXI, más allá de China, es si las democracias prevalecerán sobre la autocracias.
En torno a Corea del Norte, dijo que ese asunto es el de mayor prioridad en la política exterior y que está dispuesto a buscar una solución por la diplomacia, pero que la condición tendría que ser la desnuclearización.
Respondió que probablemente no logrará retirar todas las tropas estadunidenses de Afganistán antes del 1º de mayo, fecha definida por el gobierno anterior, pero que se imagina que sería antes del próximo año.
Regresó a sus consignas de su campaña electoral, al afirmar que mantiene sus tres propósitos como presidente: rescatar “el alma, la dignidad” y la transparencia del sistema político estadunidense; reconstruir “la columna vertebral del país: la clase media, la gente trabajadora y quienes luchan para ingresar a la clase media. Ellos construyeron a Estados Unidos y los sindicatos los construyeron a ellos”, y “unir el país”.
“Quiero cambiar el paradigma. Queremos empezar a recompensar al trabajo, no sólo a la riqueza”, afirmó al celebrar la promulgación en ley de su paquete de rescate económico, que entre otras cosas entrega fondos a la gente común, y su intención de que los trabajadores no tengan que preocuparse de su empleo, sus seguros de salud y más. Eso lo contrastó con el paquete promovido por Trump cuando llegó a la Casa Blanca, 83 por ciento del cual benefició al uno por ciento más rico. Acusó que los republicanos se oponen a emplear el presupuesto para “salvar las vidas de la gente”, pero no se quejan cuando es para beneficiar a los más ricos y a las grandes empresas.