La falta de recursos y la pandemia de Covid-19 agravaron la deserción escolar: 5.2 millones de personas de entre tres y 29 años no se inscribieron al ciclo 2020-2021 que empezó y, todo apunta, concluirá sin clases en las aulas en la mayor parte del país.
De ese grupo, 2.3 millones no se matricularon por causas directamente relacionadas con la pandemia, ya sea porque consideran la educación a distancia poco funcional, porque los padres perdieron su empleo o porque no cuentan con los dispositivos electrónicos e Internet para tomar clases virtuales, y 2.9 millones más no ingresaron por falta de dinero o recursos, reportó el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
La falta de recursos no es una barrera nueva en la deserción escolar, pero el Covid-19 sí. En total, 1.8 millones de personas acabaron el ciclo escolar 2019-2020, pero no se inscribieron al actual a causa de la pandemia; 1.5 millones de ellas venían de escuelas públicas, exhibe el organismo en la Encuesta para la Medición del Impacto Covid-19 en la Educación (ECovid-Ed).
Entre las principales causas asociadas a la pandemia y por las cuales los alumnos no fueron inscritos en este ciclo escolar están que las clases a distancia son poco funcionales para el aprendizaje (26.6 por ciento), alguno de los padres o tutores se quedaron sin trabajo (25.3 por ciento) o carecen de computadora, otros dispositivos o conexión de Internet (21.9 por ciento).
La educación a distancia encabeza las principales causas de deserción, de hecho para más de la mitad de los estudiantes en todos los niveles educativos hay “mucha disponibilidad” de regresar a clases presenciales si el gobierno levanta la restricción.
Esta apertura a regresar a las aulas se debe a que en 58.3 por ciento de las viviendas con alguien en edad escolar se considera que con las clases remotas no se aprende o se aprende menos que de manera presencial, 27.1 por ciento dice que hay falta de seguimiento al aprendizaje de los alumnos y 23.9 por ciento cree que no hay capacidad técnica o pedagógica de padres y tutores para transmitir los conocimientos.
Además de la deserción de un ciclo escolar al otro, en el curso 2019-2020, 738 mil 400 personas de tres a 29 años dejaron sus estudios, entre ellas seis de cada 10 lo atribuyeron al Covid-19. En ese mismo ciclo salió una mayor proporción de estudiantes de escuelas privadas, 4.2 por ciento, frente al 2 por ciento de las públicas.
Gastos emergentes
Otra vertiente de las clases a distancia son los gastos emergentes que significaron. El 28.6 por ciento de las viviendas con población de tres a 29 años hizo un gasto adicional para comprar teléfonos inteligentes, 26.4 por ciento para contratar servicio de Internet fijo y 20.9 por ciento para adquirir mobiliario como sillas, mesas, escritorios o adecuar espacios para el estudio.
También, a falta de escuelas, el acompañamiento educativo lo están haciendo mujeres, mismas que venían de tener una participación laboral menor, documentó el Inegi. Desde la educación prescolar hasta la secundaria son las madres quienes han tomado mayor presencia en el apoyo a los menores.
De acuerdo con el organismo, 98.7 por ciento de los niños en edad prescolar reciben el apoyo de alguien para realizar actividades escolares con el confinamiento, 93 por ciento de los que cursan la primaria y 51.7 por ciento de quienes se encuentran en secundaria. En todos los grupos, el acompañamiento por mujeres es entre nueve y ocho veces mayor al que realizan los hombres.