Ciudad de México. La actividad económica tardará más de dos años en alcanzar niveles previos a la pandemia, lo cual afectará a bancos y deudores, advirtió Moody’s. Los riesgos de activos aumentarán ante medidas de apoyo limitadas y el fin de los períodos de gracia, pero serán mitigados gracias a las elevadas reservas para pérdidas crediticias creadas en 2020 y un adecuado nivel de capitalización, consideró.
El análisis de la firma de riesgo crediticio pone matices a lo reiterado por las instituciones bancarias en México, que consideran manejable el efecto de la crisis en su negocio. Moody’s mantuvo en negativa la perspectiva para los bancos que operan en el país, dado que hay una fuerte relación entre la calificación soberana del país (Baa1 negativa) y el negocio de crédito.
Sin embargo, se prevé que, aún con la baja en las tasas de interés, la rentabilidad de la banca se vea favorecida por el “el amplio poder de fijación de tasas de los bancos y la reanudación del crecimiento de los créditos, que se centrarán en las industrias que exportan hacia los Estados Unidos”.
Agregó que se espera un aumento de 0.50 por ciento en la morosidad al cierre de 2021, respecto del 2.7 por ciento registrada en préstamos brutos durante enero de este año; concentrada sobre todo en el primer y segundo trimestre del año y en los préstamos a pequeñas y medianas empresas y al consumo.
Si bien se estima un deterioro en los activos, las reservas para insolvencias representaron el 4.1 por ciento de los préstamos brutos en 2020, lo que amortiguaría las cancelaciones en 2021, agregó Moody’s.
Por otro lado, los retrasos en la implementación de la vacunación se suman a los riesgos a la baja, ya que los bancos siguen siendo reacios al riesgo y se necesita la extensión de un mayor alivio a los clientes. Lo mismo la debilidad del mercado laboral, la cual continuará limitando el consumo privado y las inversiones corporativas. Como resultado se espera que los préstamos crezcan a menos de un dígito en los próximos 12 meses, consideró.
Moody's parte de que el crecimiento del producto interno bruto (PIB) de México se beneficiará de un mayor crecimiento de Estados Unidos que impulsará las exportaciones manufactureras mexicanas, en el contexto de un consumo privado lento, contracción de la inversión y gasto fiscal limitado.
No obstante, “la incertidumbre en torno a las políticas gubernamentales frena la confianza empresarial y las perspectivas de inversión, lo que afectará a las expectativas de crecimiento económico a medio plazo”. Tampoco está claro qué tan rápido se recuperarán empleos y lo mismo habrá efectos a la baja por el “revés de facto” en la reforma del sector energético.