Blindness es “un viaje por el infierno” que permite imaginar una luz al final de túnel, pero por medio de una experiencia sensorial que sacude la conciencia de los espectadores.
La “inquietante” experiencia narrativa, sonora y luminosa, basada en la novela Ensayo sobre la ceguera de José Saramago, adaptada por Simon Stephens, se comenzó a configurar antes de la pandemia de Covid-19, pero tras el trabajo creativo, se propuso como una instalación teatral inmersiva, diseñada con distanciamiento social, con especial énfasis en las medidas sanitarias, para reactivar las funciones presenciales, explicaron la actriz Marina de Tavira y los productores Claudio Carrera y Luis Gerardo Méndez.
Marina de Tavira, de quien es la voz que se escucha e interpreta al personaje femenino que narra “la dura y catártica” historia, comentó que nunca pensó en que el teatro tuviera un alto obligado, pero luego llegaron las “formas loables de hacer” el arte escénico de manera virtual y, después llegó Blindness.
Esta instalación es una “voz profética que nos habla del mal blanco, del virus incomprensible, contagioso que genera una pandemia incontrolable y Saramago lo lleva a este infierno distópico, que nos confronta con el límite, cuando perdemos todo y en qué nos convertimos”.
Convencida de que la experiencia no se puede explicar, sino hasta que se vive, De Tavira subrayó la calidad del sonido y tecnología binaural así como las medidas de distanciamiento social diseñadas para el espectáculo y el trabajo escénico que no sólo involucró la voz de una actriz.
Explicó: “Sí es una experiencia que el espectador está escuchando, pero la forma en la que fue hecha es dentro de un teatro; el micrófono con el cual se grabó, sobre todo, la segunda y tercera parte, es binaural, es una especie de cabeza con oídos, que iba conmigo a todas partes; ese micrófono es otro personaje, es el esposo de esta mujer, que no se contagia del extraño virus”.
Incluso, “tuve que memorizar el texto como en una obra, hubo un trazo escénico, ensayos, repetición, tomas como si fuera cine; pero esto fue teatro, no fue una grabación, ni una cabina donde te sientas frente a un micrófono a leer; realmente fue una puesta en escena, donde el personaje se mueve” por todos lados.
Este ejercicio teatral, “me maravilló porque no es el arte escénico como lo conocíamos, pero sí es una experiencia donde el espectador puede verse a los ojos con los demás”, destacó la actriz.
La instalación inmersiva, sostuvo Luis Gerardo Méndez, “es una carta de amor y esperanza a la humanidad, a lo que está pasando, pero también al teatro”, cuyo objetivo fue reactivar las funciones, lo cual era muy difícil de concretar.
“Como productor es muy importante que las iniciativas a las que me sumo tengan sentido, sean relevantes y tenga algo que decir”, pero “nuestra gran preocupación –subrayó– desde que decidimos empezar con Blindness, fue la seguridad; aunque la idea era buenísima, relevante, contundente y emocionante, pero no iba a ser posible, si no era cien por ciento segura”.
Sostuvo: “revisamos todos los protocolos, nos asesoramos con especialistas y con quienes habían hecho la obra en Londres; adaptamos ciertas cosas en el teatro, desde el aforo, que es sólo de 10 por ciento, muy por debajo de lo que se exige para abrir un espacio teatral; además se hicieron ajustes en la ventilación, desinfección del lugar así como cambiar la funda de los audífonos”.
De hecho, prosiguió, “donde más trabajamos, dejando a un lado el trabajo extraordinario de Marina y del director Mauricio García Lozano, fue en la tranquilidad de las personas que no iban a estar preocupándose de las 27 maneras en las que se podrían contagiar”.
Para Claudio Carrera, Blindness, será inolvidable en la historia de la humanidad y del teatro mundial “debido al momento tan importante que se vive y a la forma en cómo nos reinventamos cada uno”.
Funciones de miércoles a domingo, en Semana Santa, en el Teatro de los Insurgentes.