Madrid. Al estudiar el metabolismo celular del cáncer de próstata, un equipo de investigadores liderados por el Departamento de Medicina, de la Universidad de Duke, en Estados Unidos, identificó una razón clave por la que las terapias hormonales finalmente fracasan, al tiempo que determina una manera de evitar el problema utilizando un enfoque terapéutico completamente nuevo.
Los hallazgos, publicados en Proceedings, de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, describen cómo las terapias hormonales se dirigen al receptor de andrógenos para esencialmente privar a las células cancerosas de una fuente de combustible crucial.
Esto inicialmente funciona bien para detener el crecimiento del tumor, pero luego las células enfermas lo compensan, cambiando a una enzima diferente para explotar el combustible y proliferando a medida que se vuelven resistentes a dichas terapias.
El equipo de investigadores del Instituto del Cáncer de Duke utilizó ese hallazgo para proponer una estrategia de tratamiento que elimina la necesidad de inhibir por completo el receptor de andrógenos. Su objetivo es apuntar directamente a la fuente de combustible preferida del tumor: un aminoácido llamado glutamina.
En estudios que utilizaron líneas celulares de cáncer de próstata, tejido humano y modelos animales, la nueva estrategia terapéutica inhibió con éxito el crecimiento tumoral. Se planean ensayos clínicos con un fármaco disponible que inhibe el uso de glutamina por las células tumorales.
“En lugar de inhibir el receptor de andrógenos mediante terapia hormonal, una mejor estrategia terapéutica es reprimir directamente la utilización de glutamina”, señala Jiaoti Huang, autor principal del estudio y presidente del Departamento de Patología de Duke.
“Dado que la glutamina no es esencial para el tejido normal, habrá menos efectos secundarios, que es una de las mayores desventajas de las terapias hormonales. La inhibición directa de la enzima que controla la utilización de glutamina también dificultaría que las células tumorales desarrollen resistencia”, sostiene.
Huang y los coautores del trabajo, incluido Daniel George, profesor en los departamentos de Medicina y Cirugía de Duke, que lidera el diseño del ensayo clínico, iniciaron el estudio para comprender mejor el metabolismo de las células del cáncer de próstata, que aún tiene muchas incógnitas.
Descubrieron que la terapia hormonal inicialmente inhibe una cierta forma de enzima convertidora de glutamina llamada glutaminasa de tipo renal, la cual depende del receptor de andrógenos y hace posible que las células cancerosas usen glutamina. Al suprimirlo, las terapias hormonales retrasan con éxito el crecimiento del cáncer durante un tiempo.
Sin embargo, las células tumorales finalmente encuentran una solución, cambiando a una enzima diferente, la glutaminasa C (GAC), que no depende del receptor de andrógenos. Cuando los tumores hacen esta modificación, proliferan agresivamente, convirtiéndose en cáncer de próstata resistente a la castración.
“Nuestro trabajo demuestra que este cambio metabólico es uno de los mecanismos claves en la resistencia terapéutica y la progresión de la enfermedad”, destaca George.
Al apuntar al metabolismo de la glutamina, los investigadores fueron pioneros en una forma de eludir los complejos procesos de señalización del receptor de andrógenos, en lugar de suprimir de forma directa la producción de energía y los componentes básicos requeridos por las células de cáncer de próstata, esencialmente matando de hambre a las células tumorales.
“Debido a que la actividad metabólica controla de manera directa la proliferación celular, puede ser más difícil para las tumorales superar una inhibición metabólica para desarrollar resistencia. Nuestro estudio muestra que la inhibición farmacológica de GAC puede suprimir significativamente el cáncer de próstata resistente a la castración”, concluye Hang.