El panorama social, económico y político de México está, como en otros tiempos, poblado de símbolos y tensiones. Emergen salidas posibles en medio de trabazones múltiples. El nudo central de hoy es la energía eléctrica, la insolencia de las empresas extranjeras y la de los juececitos habsburgos de toga, barba y faltriqueras rellenas.
Recordamos la expropiación petrolera cardenista y volvemos los ojos a las eléctricas extranjeras que expolian como en despoblado los recursos de los mexicanos. Una nacionalización definitiva sería indispensable. Pesar los tiempos políticos y entender las causas de nuestros problemas, es imperativo. México debe mantener su diagnóstico: la historia de los agravios de Estados Unidos (EU) y los mecanismos de su expoliación económica a México.
El viejo maestro Jesús Silva Herzog recibía a los estudiantes de primer ingreso de la Escuela Nacional de Economía con una conferencia sobre algún pasaje de la historia mexicana, que relacionaba con los estudios de economía. Me tocó oírlo sobre la expropiación petrolera; él había trabajado en el informe sobre el estado económico de las empresas petroleras. Lázaro Cárdenas (LC) le encargó viajar a Washington a notificar al embajador Francisco Castillo Nájera sobre la decisión de expropiar, e informara al gobierno de EU. Así lo narraba: “Embajador, va a haber expropiación de las empresas extranjeras… Y el señor embajador respondió con estas muy saladas palabras: ¡Ah chingao, va a haber cañonazos!”
No hubo cañonazos: el gobierno de LC desplegó con éxito una intricada partida de ajedrez diplomático frente a Franklin D. Roosevelt (FR), quien lideraba el ascenso imperialista definitivo de Estados Unidos, pero estaba empeñado en modificar la Doctrina Monroe para dar paso a “la política del buen vecino”, distanciádose de la política exterior de los países europeos en sus “áreas de influencia”.
La guerra contra la República española (1936-39) indujo posiciones divergentes entre los dos presidentes y la dialéctica del debate político y diplomático influyó en la construcción final de la decisión estadunidense. LC daba un vasto apoyo militar, diplomático y humanitario a la República española; muy lejos de ello se situaba FR; pero acabó convencido de que LC podía tener razón: el apoyo nazi/fascista de Berlín y Roma a Franco, podía extenderse a México. Unos 20 líderes sociales, académicos y sindicales fueron enviados a EU a contrarrestar la propaganda de las petroleras, mediante conferencias y mesas redondas. LC, además, pudo pasar a su lado al embajador estadunidense J. Daniels. La revuelta de Saturnino Cedillo contra LC, con el alemán Ernst Von Merck como asesor militar, acabó inclinando la balanza contra las empresas petroleras. Merck gozaba de buenas relaciones con la embajada nazi en México.
México debe avanzar en el objetivo de garantizar el cumplimiento de los derechos humanos de todos los mexicanos. Salud, alimento, educación, vivienda, energía eléctrica, agua, Internet. El Estado debe garantizarlos y, por tanto, debe contar con la capacidad de cumplirlos. Pero, el Estado topa con los intereses creados por el neoliberalismo corrupto.
México debe rechazar los “principios” de los privados, nacionales y extranjeros, de que “no se vale” cambiar las reglas del juego. Por supuesto que se vale si, como ocurre, están contra el interés general, muy principalmente de los de abajo. México debe rechazar también el “principio” de competencia económica entre empresas públicas y privadas. Este debate no es económico ni jurídico, es un asunto político sobre la idea del Estado. No más “reglas” neoliberales. Los saqueadores Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto escribieron unas reglas para estafar a los mexicanos. Según esas “reglas” los excluidos deben aceptar que se jodieron para siempre.
Biden tiene un problema mayúsculo con los emigrantes de Centroamérica (CA); en febrero debió aprehender a 100 mil. Y tiene encima al trumpismo, y su frágil mayoría desfallece cuando entran en escena los senadores demócratas Kyrsten Sinema y Joe Manchin cuestionando todo, basculando hacia el trumpismo. Los trabajadores mexicanos de las armadoras fronterizas, y los de la agricultura, la industria y los servicios que laboran en EU, son un recurso económico y pueden ser también un recurso político para México. Debemos aprender a usar a fondo las circunstancias prevalecientes en EU. México debe alcanzar un Estado fuerte capaz de garantizar los derechos humanos de los excluidos. EU debe ser convencido de esa necesidad imperativa nuestra. Si esto se alcanza, España y otros serán un problema de menor envergadura.
La expropiación petrolera no tiene que ser una hazaña non. Debemos explotar los aprietos gringos y hacer ver a EU que buenos vecinos son los que están satisfechos con su vida y que, si no lo están, gran parte de la explicación está en la historia de sumisión económica que EU nos ha impuesto. A México y CA... y al resto de América Latina.