“Un infierno”, así define Gustavo, profesionista colombiano, el trato que recibió por agentes de migración en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, que no sólo le negaron el acceso al país, sino “me humillaron y me trataron peor que delincuente”.
Recientemente, Gustavo, quien prefiere no dar su apellido, viajó a México para visitar a unos amigos colombianos que viven aquí desde hace años.
Narra que en la entrevista para pasar migración se le preguntó cuánto dinero traía, cuánto tiempo estaría en el país y a dónde llegaría. Gustavo respondió que pretendía estar dos meses, que el saldo en su tarjeta bancaria era superior a 2 mil dólares e intentó sacar su celular para verificar la dirección de su paisana que lo alojaría, pero se lo impidieron.
Advierte que lo retuvieron con la única explicación de que “no sabía la dirección de memoria”, y lo llevaron, junto a otros colombianos del mismo vuelo, a “una especie de celda” oscura, fría y maloliente en la que había más de 30 personas. Lo retuvieron ahí más de seis horas, “hasta que otro (agente) me pidió mil dólares para dejarme pasar”. Se negó y entonces comenzaron a “hostigarme”. Horas después lo subieron a un avión de regreso a Bogotá.
Ante el incremento de testimonios como el de Gustavo, ciudadanos colombianos residentes en México y organizaciones civiles enviaron petición el jueves pasado dirigida al canciller Marcelo Ebrard; al subsecretario de Derechos Humanos, Alejandro Encinas; y a la presidenta de la CNDH, Rosario Piedra, en la que solicitan investigar presuntos casos de discriminación, extorsión, intimidación y violación a los derechos humanos.