El año pasado, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) publicó un informe sobre el estado del clima en el planeta durante 2019. Su conclusión comprobó lo que otros expertos habían señalado: fue el segundo año más cálido del que se tienen datos desde que se realizan mediciones. Además, la década de 2010 a 2019 es la más cálida jamás registrada. Y a partir de la década de 1980, cada nuevo decenio es más cálido que todos los anteriores desde 1850.
Ese calentamiento global ocasiona efectos nocivos sobre la salud, la comida y el hogar de millones de personas. Además, en la vida marina y una gran cantidad de ecosistemas. El secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU), António Guterres, advirtió que aunque la preocupación de todos los países se centraba entonces en enfrentar el coronavirus, no debían reducirse los esfuerzos en la lucha contra el cambio climático. Y ello porque la pandemia será temporal, con impactos temporales en la economía y el tejido social, “pero el cambio climático está presente desde hace muchos años y se mantendrá por décadas. Y requiere de acción continua”. En resumen, el cambio climático es peor que el Covid-19. Incluso en el campo de la salud.
En el informe de la OMM y de los científicos sobre el calor en 2019, se detallan las señales físicas de alerta de dicho cambio. Por ejemplo, el aumento del nivel del mar como nunca; un costo mayor a los años anteriores en vidas y la economía de las familias por las sequías, los incendios forestales, las inundaciones y las tormentas extremas. A ello se agrega el descongelamiento de los casquetes polares.
Según Petteri Taalas, secretario general de la OMM, como las concentraciones de gases de efecto invernadero no dejan de aumentar, seguirá el calentamiento y es probable que en los próximos cinco años se produzca un nuevo récord de temperatura mundial. “Es sólo cuestión de tiempo”, expresó. Ese tiempo fue muy breve, pues ni la reducción de la actividad industrial y el tráfico aéreo durante la pandemia, ni el fenómeno de La Niña, que suele enfriar los océanos, frenaron el avance del calentamiento global el año pasado. Será uno de los tres más cálidos de la historia.
“Sí, 2020 fue otro anómalo para nuestro clima, en el que se produjeron nuevas temperaturas extremas en la superficie terrestre, en el mar y especialmente en el Ártico”, resumió Taalas. Se calcula que la temperatura media fue el año pasado hasta 1.2 grados centígrados superior a los niveles preindustriales (1850-1900), cifra similar a la de 2019 y sólo superada por 2016, el más cálido del que se tiene registro. Ante este informe, el secretario general de la ONU planteó que “el planeta está ‘roto’, la humanidad está en guerra contra la naturaleza y esto es suicida, pues ella siempre devuelve el ataque y lo hace con creciente fuerza y furia”.
En México el aumento de la temperatura se presenta a un ritmo mayor que en el resto del planeta. Según la Comisión Nacional de Agua, desde 2004 el país vive “anomalías” de temperatura media nacional. El año pasado fue de 22.4 y el más cálido desde 1953. También lo fueron 2017 y 2019. Aunque el aumento de temperatura se registró en todo el territorio, destacan por estar por encima del promedio las regiones del norte y los estados de Guerrero, Oaxaca y Quintana Roo. Y uno de los efectos de que tengamos más calor se vincula con el agua.
Este vital elemento cada día es más escaso en muchas partes de México; está contaminado, continúa el deterioro ambiental en las 300 cuencas hidrográficas más importantes; los acuíferos están sobrexplotados. El de la cuenca de México es el ejemplo más notable. Hay conflictos en el campo por el agua y escasea en los centros urbanos. Los sistemas de abastecimiento de las principales ciudades están por abajo de la demanda, mientras en la red de distribución de la Ciudad de México y Guadalajara se pierde casi un tercio del líquido inyectado. Se anuncia corte del servicio en las urbes y se agudizan las carencias en las poblaciones que desde hace años están en crisis.
Los estudios de los especialistas aseguran que en 2030 la escasez será un problema de enorme gravedad. Ya lo es. Y en paralelo, ahora los incendios forestales han aumentado casi cuatro veces respecto del año pasado. Escasea el agua, mal distribuida y utilizada. Subsidiada. ¿Dónde duermen los programas elaborados cada sexenio para resolver estos y otros problemas?