Aunque las alianzas político-electorales entre partidos surgieron como fórmulas para apuntalar posiciones políticas en las contiendas, en México se han consolidado fundamentalmente como estrategias coyunturales bajo la lógica del pragmatismo electoral donde, en muchos casos, se han hecho a un lado las afinidades ideológicas, sostiene el politólogo de la UNAM Rodian Rangel Rivera. “Hay una desvinculación de lo ideológico en la que se impone la lógica de operación territorial”.
En entrevista, advierte que las alianzas forman parte de un repertorio de estrategias con el objetivo de garantizar espacios de poder. En principio, se impone una idea de ganar-ganar en la cual se busca, en el caso de los partidos mayoritarios, sumar fuerzas, en especial a nivel territorial, donde un partido pequeño puede aportar con su fuerza local y, por el contrario, la lógica de estos partido minoritarios es la supervivencia y asegurar el umbral mínimo para preservar el registro como partido: el 3 por ciento que exige la ley.
Sin embargo, esta utilización del mecanismo de coalición alcanza, en el caso del Partido Verde, el nivel más extremo de incongruencia en la que se hace a un lado el aspecto ideológico para coaligarse, destaca el especialista.
“Es la desgracia del juego político en este país, porque son actores que juegan un sexenio color blanco y otro, color negro. No hay congruencia en lo absoluto. Ese partido en un periodo vota A y en otro B, como parte de su juego de poder, en el cual también hay procesos de negociación con el propio poder de espacios políticos y territoriales”, explica.
En el caso de los ecologistas es muy claro que en las alianzas que ha realizado, en su momento con el PAN, en otro con el PRI, y la cesión de espacios que se le dieron en Chiapas (en 2012 llegó el gobernador de extracción ecologista Manuel Velasco, en alianza con el PRI), le permitieron acumular fuerza territorial.
Desde la perspectiva de los partidos mayoritarios, implica la posibilidad de sumar fuerza en regiones donde el otro partido puede tener candidatos con mayores arraigos locales que le amplíen las perspectivas de triunfo electoral.
–¿Se han tergiversado las alianzas en México?
–Las alianzas son un instrumento, parte de las estrategias partidistas. Lo que nos ayuda a entender cuál es el objetivo final de cada partido. Hay que entenderlas más que enjuiciarlas. Tienen una finalidad y al cabo son los resultados electorales los que hablan.