¡Qué capacidad de destruirnos tenemos los mexicanos! Esa habilidad se evidenció ahora con la venta de la editorial Siglo XXI por su pésimo director Jaime Labastida. ¿Consultó a los accionistas? ¿Los previno que algo podrido se estaba gestando?
Una de las confrontaciones más hermosas entre el gobierno de México y los intelectuales en 1966, durante el sexenio de Gustavo Díaz Ordaz, fue la lucha de más de 300 escritores, científicos, pintores, investigadores, universitarios y politécnicos (como asienta Iván Restrepo en su artículo del lunes 15 de marzo en estas páginas). Alzaron su voz indignada contra el atraco del gobierno de Díaz Ordaz, quien quitó la dirección del Fondo de Cultura Económica (FCE) a don Arnaldo Orfila Reynal por haber publicado Los hijos de Sánchez, del antropólogo Oscar Lewis.
–¡Vamos a hacer otra editorial que va a dirigir Orfila! –propuso Guillermo Haro.
El apoyo de intelectuales a Orfila fue definitivo. Jesús Silva Herzog, Guillermo Haro, Fernando Benítez, Fernando Canales, Carlos Fuentes, Enrique González Pedrero, Víctor Flores Olea, Carlos Monsiváis y Vicente Rojo se indignaron. Don Arnaldo tenía fama de ser el mejor editor de América Latina y lo comprobó en Siglo XXI, última editorial que habría de dirigir durante 20 años en los que publicó “21 colecciones, mil 700 títulos, 6 mil ediciones, un tiraje de 20 millones de ejemplares”.
Ganar la batalla a la injusticia y a la ignorancia, y fundar una editorial con una emoción sólo superada por la indignación que causaba la destitución de Orfila Reynal fue el punto de arranque de la editorial Siglo XXI.
Una pésima noticia vuelve a indignarnos en marzo de 2021 después de más de 50 años, la venta de Siglo XXI. Muchos la consideramos una victoria sobre la injusticia. El más entusiasta de los fundadores, don Jesús Silva Herzog, creador de Cuadernos Americanos, hizo oír su voz de órgano catedralicio en esa primera reunión en el Club Suizo. Los intelectuales pusieron en Orfila toda la fe del nuevo siglo y llamaron a la editorial Siglo XXI.
Ya Javier Aranda publicó en La Jornada su opinión sobre esta infamia que constituyó una bárbara traición a la cultura.
Consumada la venta de Siglo XXI, su director, Jaime Labastida, nos comunica su venta para que sólo nos quede lamentarla. Si 1964 anticipó la intolerancia que habría de seguir en nuestro país hasta llegar al movimiento estudiantil en 1968, este aciago año para la cultura de 2021 confirmo que no sabemos ni actuar en defensa propia.
Con la dirección de Orfila Reynal, el FCE lanzó Los hijos de Sánchez, que denuncia la miseria de una vecindad cercana a la cárcel de Lecumberri y describe el hacinamiento de hombres, mujeres y niñas sujetas a un padre machista. La Sociedad de Geografía y Estadística acusa el libro de difamatorio y condena a Oscar Lewis. La expulsión del FCE de don Arnaldo Orfila Reynal actúa como condena final.
La indignación en la voz de Jesús Silva Herzog y la capacidad de Guillermo Haro logró reunir a un grupo de intelectuales. Fernando Benítez, primer orador; Pablo González Casanova; Fernando Canales, entonces gerente del periódico Novedades; Víctor Flores Olea, y Enrique González Pedrero se reunieron para decirle a Orfila:
–Pronto tendrá una nueva editorial. Vamos a levantarla nosotros.
Ofrecí la casa de mi hijo mayor, Mane, en la calle de Morena 430, esquina con Gabriel Mancera. ¡Qué padre, una editorial financiada por intelectuales! Laurette Sejourné y Arnaldo se instalaron en el segundo piso; Siglo XXI lanzó su primer libro y la cochera se llenó de libros bien impresos y empaquetados. Arnaldo publicó en noviembre de 1966 la primera novela de Fernando del Paso, José Trigo, fenómeno literario.
Cuando, años más tarde, Siglo XXI se mudó a la calle Cerro del Agua 248, junto a una entrada al campus de la Universidad Nacional Autónoma de México, Haro se distanció de Orfila. Quiso que publicara el libro de óptica del doctor Daniel Malacara y Orfila le aseguró que no tendría circulación.
Guillermo y yo solíamos reunirnos los domingos en casa de Luis y Lya Cardoza y Aragón, quienes invitaban a Luis Cabrera, Arnaldo Orfila Reynal y Laurette Séjourné, Enrique González Pedrero y Julieta, Olga Costa, hermana de Lya, José Chávez Morado y, sobre todo, Pablo y Natasha González Casanova.
El clavo ardiente de las discusiones era la revolución cubana y recuerdo con admiración a Natasha, valiente y propositiva, la más inteligente.
Años más tarde, Jaime Labastida habría de asumir de nuevo su papel de Judas en otra traición cultural al tomar la dirección de la revista Vuelta, a la que renunció Octavio Paz, solidario de Julio Scherer García, ante el golpe a Excélsior, del entonces presidente Luis Echeverría.
Desde París, Carlos Fuentes se indignó por el maltrato a Orfila. Para él, el FCE de Orfila contribuía a difundir ideas nuevas.
Escribió: “La reacción al cese diazordacista de Orfila fue inmediata y constituye una de las páginas más hermosas de la vida cultural mexicana. Todos los amigos (y deudores) de Orfila abandonamos el Fondo. (... ) Elena Poniatowska tomó la iniciativa de crear una nueva editorial y prestó para ello su casa como oficina. Así nació Siglo XXI. Orfila pudo continuar su extraordinaria tarea editorial y sus amigos encontramos un nuevo hogar para nuestros libros. Allí pude publicar Zona sagrada, cuya filmación fue prohibida por Díaz Ordaz el día mismo en que se iniciaba el rodaje”. Octavio Paz publicó en Siglo XXI uno de sus libros más valientes: Posdata.
Uno de mis mejores recuerdos en la lucha por Siglo XXI sigue siendo la presencia de Rodrigo Asturias. Hombre modesto, dispuesto a todo por su patria, hijo del único Nobel de Literatura centroamericano, trabajó dos años haciendo de todo en la editorial. Rodrigo Asturias buscaba la forma de regresar a su patria, Guatemala, para liberarla. Carlos Fuentes escribió: “Arnaldo Orfila no sólo vivió un siglo, lo llenó. Lo llenó de valentía editorial, de coraje político, de calor humano”.
Qué podríamos decir de Labastida sino que traicionó y ensució una de las causas más valiosas de la cultura mexicana.