Ernesto Mallard, el exponente de arte cinético más importante en México, falleció la noche de este viernes a los 90 años, en su casa de la Ciudad de México, informó su hija Lia Mallard.
El deceso fue “de persona mayor. Estaba delgado, cansado. Fue de edad. Estaba a dos meses de cumplir 91 años. Nos reunimos su familia cercana y lo despedimos”, agregó en entrevista.
En una entrevista con su hijo Alain-Paul Mallard para la revista digital española Contexto, el pintor y escultor sostuvo que el “arte mismo puede y debe acercarse al público, estimularlo y ayudarlo a sentir, ayudarlo a pensar, ayudarlo a vivir. Una ‘conciencia estética pública’ existe cuando, nutrida, estimulada, sensibilizada, la gente se siente capaz de entablar un diálogo –crítico, fecundo– con la obra de arte”.
El pintor y escultor Ernesto Mallard relató a James Oles, a propósito de la exposición Conecta los puntos: “Desde 1966 ya trabajaba el fierro, los plásticos y las fibras para hacer tejidos. Al principio todo se iba para maquetas, tanto de mis tareas para la escuela, como para propuestas visuales. A partir de ahí comencé a pensar en las grandes posibilidades que tenía la línea recta como tal: la línea vertical, la horizontal y todas sus inclinaciones, no sólo en el plano, sino en el espacio.
“Una simple superposición de líneas tiene gran capacidad para provocar algo visualmente. Es muy emotivo, al menos para mí. En ese tiempo me decía: ‘Si yo lo veo y lo siento, los otros también deben poder sentirlo y valorarlo’. Y ello a partir de la energía que el movimiento del espectador mismo proyecta.”
Como artista, relató Lia Mallard, “hacía todo lo que se le iba ocurriendo. Utilizó todos los materiales con los que se puede crear. Su casa está repleta de palomas colgadas del techo. Siempre fue muy creativo, porque lo mismo hizo palomas de alambre y de lámina, que hormigas.
“Recogía piedras en la calle y en los lugares que visitaba. Hacía sus esculturas. En otra ocasión hizo una de huevos: Los huevos de Mallard. Era muy ingenioso.”
Su hija refirió que tuvo otra exposición que llamaron La Pachamama, en la que empleó muchas cosas con referencia a los cultivos, a la tierra, al cuidado del medio ambiente. Tuvo una época de Naturacosas, que es arte cinético. También hacía pintura”.
Ernesto Mallard contó a James Oles que el poeta Carlos Pellicer fue quien nombró su serie Naturacosas. “No propuso una definición precisa: hablaba de la naturaleza de la cosas, de cosas –creaciones– que la mano del hombre añade a la naturaleza. Más tarde pondría la palabra en algunos de sus poemas”.
Pionero del op-art
El artista cinético y escultor nació en 1932, en Cosamaloapan, Veracruz. Estudió arquitectura en la Universidad Nacional Autónoma de México y tomó talleres en La Esmeralda y San Carlos, en la Ciudad de México.
En los años 60 del siglo pasado se dedicó al arte. Presentó obra en la exposición Cinetismo, que hizo Helen Escobedo en el Museo Universitario de Ciencias y Artes en Ciudad Universitaria.
Ahí exhibió “unos móviles que manipulaba la gente al entrar. Hay por ahí una diapositiva de los niños y la gente que entraba a mover formas geométricas hechas con cinta de plástico. Al torcerlas, se iban generando distintos cruzados: triangulares, hexagonales, etcétera”.
Mallard fue pionero en el desarrollo del op-art en México y en la investigación relacionada con el cinetismo, gestado en la década de 1950 y cuyo principio era la representación real del movimiento.
Hacia mediados de la década de los años 70, el artista realizó un cierre simbólico de galerías, pues “hacían negocio sólo para ellos y nada más”, con el que se distanció por 40 años del mercado del arte.
Ernesto Mallard también contó a James Oles que en esta protesta participaron Manuel Felguérez y Sebastián, entre otros. “Después de un tiempo todos los que se habían unido al boicot se dieron cuenta de que no podían sobrevivir sin el sistema, pero yo decidí mantenerme afuera. Me retiré de las galerías comerciales, aunque seguí participando en encuentros dentro del ámbito de la cultura de carácter oficial”.
También se dedicó a la arquitectura. “Diseñé un puente en Coatzacoalcos e hice estaciones de ferrocarril tanto en Guadalajara como en otro lugares de Jalisco”, relató sobre ese periodo.
En 2014 se realizó la exposición Conecta los puntos, un homenaje a la producción de Ernesto Mallard entre 1968 y 1974, en la galería LABOR. “Cuarenta años después vemos de nuevo estas creaciones que sin duda confirman a Mallard como el exponente más destacado del arte cinético en México”, afirmó Pedro Reyes entonces.
En su trayectoria hay decenas de exposiciones individuales en México y en el extranjero, en las que destacan las albergadas en los museos de Arte Moderno y Mural Diego Rivera, así como en el Palacio de Minería de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Realizó esculturas, murales e instalaciones en espacios públicos como el Metro de la Ciudad de México. Y participó en unas 90 exposiciones colectivas en Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Ecuador, Perú y Venezuela.
En su sitio de Facebook, el Museo Casa del Risco lamentó “profundamente el fallecimiento del maestro Ernesto Mallard (1932-2021). Su obra ayudó a redefinir el futuro de la escultura contemporánea. Nuestras condolencias a la familia y amigos del maestro, quien dejó una importante huella en el país y en nuestro museo, que siempre arropó su arte”.