El goce de los sentidos y la profundidad intelectual que plasmaron grandes artistas de la historia, quienes prohijaron la madurez de la pintura, se pueden apreciar en la exposición Pasiones mitológicas, del Museo del Prado, a través de un recorrido virtual hospedado en la página en Facebook del recinto.
Miguel Falomir, director de la pinacoteca madrileña, y Alejandro Vergara, curador de la muestra, guiaron el recorrido, en el cual destacaron algunos de los cuadros más importantes y la potencia de pintores como Tiziano, Veronese, Rubens, Poussin, Van Dyck y Velázquez.
Falomir afirmó que Tiziano y Rubens “son los nuevos Ovidios, capaces de fecundar completamente los mitos clásicos. Dos pintores sin los cuales toda la pintura mitológica occidental sería impensable. Fueron capaces de llevar los mitos a su terreno, reinterpretarlos y procurar unas imágenes completamente novedosas que llegaron a suplir las imágenes perdidas de la antigüedad”.
El director de El Prado señaló que en la muestra pudieron ser muchos más los tópicos tratados. “Una de las cosas más atractivas de la exposición es la auténtica multiplicidad de aproximaciones que acepta. Son obras que satisfacen nuestros sentidos, pero también nuestra mente”.
La exposición contiene obras de tamaño natural o en gran formato que atrapan la mirada a pesar de la brevedad del recorrido a través de Facebook, con imágenes que muestran el universo de sensualidad y tensiones dramáticas.
La serie de las poesías de Tiziano, reunidas por primera vez luego de cuatro siglos, destaca en la exposición. “Estas obras fueron hechas por el pintor más influyente de entonces para el monarca más poderoso. Eso explica que se convirtieran en una referencia para pintores posteriores”, explicó Miguel Falomir.
Agregó que el título de “poesías” sirve para diferenciarlas de aquellas obras en las que se sujetaban a normas muy estrictas, como los hechos reales y la religión. “Era el terreno de invención, de los poetas y los mitos. Poesía significa que el pintor es como el poeta: un intelectual, que no sólo actúa con la mano, sino con el pensamiento, y también asume la libertad que tiene el poeta para fabular, contar e inventar”.
Falomir añadió que son obras complejas y “en su gestación ocurren muchas dimensiones. Por un lado tienen una erótica, pero por otro sirvieron también al pintor para manifestar inquietudes estéticas. Dos de ellas fueron hechas cuando Tiziano tenía una rivalidad con Miguel Ángel, “e intenta demostrar que la pintura puede representar puntos de vista igual que la escultura, como en Venus y Adonis.
Alejandro Vergara agregó que en este óleo “se inventa un pasaje que no existe en la mitología. Ni Ovidio ni ningún mitógrafo había reflejado cuando una Venus desesperada intenta retener a Adonis porque sabe que si va a la caza, morirá.
“Eso marca un punto de no retorno en la evolución de la pintura y el arte. Una de las primeras veces que una pintura influye en la literatura. Es evidente que Shakespeare conocía esta obra cuando escribió su Venus y Adonis, y que la conocían Lope de Vega y Góngora. En 60 años vamos a ver esa mayoría de edad de la pintura, que pasa de ser una actividad gregaria de la literatura y empieza a influirla.”
Diana y Acteón y Diana y Calisto, de la misma serie de Tiziano, representan emociones extremas, según el curador, quien explica que en las obras Diana representa la crueldad, la dureza y el castigo. “Es bella, prohibida, cruel, mala, dura y virgen. Es misteriosa”.
En una de ellas, Acteón descubre por accidente el lugar donde Diana se esconde con sus ninfas. La diosa lo convierte en ciervo. En la segunda, la joven Calisto, violada y embarazada por Júpiter, es descubierta por “sus compañeras y con crueldad se la revelan a la diosa. En el cuadro se siente esta crueldad, porque el brazo acusador es el de todas las cosas y todos los tiempos. Se convierte en arquetipo de dureza, de castigo y se ve el sufrimiento de Calisto”.
Alejandro Vergara dijo que “la razón de ser de estos relatos es entender que la vida no es justa y que este castigo, que nos resulta absolutamente incomprensible, no tiene remedio”.
El curador explica que en el cuadro Danza de personajes mitológicos y aldeanos, Rubens pinta un “sentimiento poético sobre la primavera según la han definido generaciones de poetas. Es un baile que tiene que ver con movimiento, seducción y deseo. Sucede en un entorno frondoso donde el verde ha florecido. En estas personas ocurre lo mismo que está sucediendo en la naturaleza y entran en un ciclo que es más grande que nosotros”.
Miguel Falomir explicó que la presencia constante de desnudos en este periodo está vinculado a que se “ilustran intercambios amorosos y el desnudo ahí es importante”; además, porque hay una “intencionalidad erótica en muchos de estos cuadros”, pero la razón principal es que “hasta las vanguardias del siglo XX, el elemento central del arte occidental es el cuerpo humano. El espacio donde el artista muestra más su arte es el desnudo. Hay una ecuación en textos de la época la entre demostración y dificultad del arte y el desnudo”.