En los ajedreces primigenios el alfil estaba representado por un elefante; para el poeta español, Vicente Valero, esas son las figuras más importantes del juego así como los escritores que aparecen en el libro publicado por la editorial Periférica. En su singular y absorbente Duelo de Alfiles, el escritor adopta un papel detectivesco para dar seguimiento a los viajes de cinco grandes escritores: Nietzsche, Rilke, Kafka, Benjamin y Brecht y dibujar cómo cada uno mantiene un duelo con su inteligencia y con la época que les tocó vivir.
–Lo primero que le pregunto es sobre la figura del flanêur en la literatura.
–Es una figura que está fuertemente vinculada a Walter Benjamin, un filósofo que exigía más paciencia de la que tenemos en esta época. Hay grandes ejemplos del flanêur en los libros pero no es lo que más se frecuenta. Yo lo que más veo en las librerías son libros de viajeros.
–¿Cómo llegaste a escribir este libro? Hablas de esto un poco en el escrito, por supuesto, pero ¿hubo algún momento, libro o evento en particular que te ayudó a decir: este es un libro que quiero escribir?
–Yo quería hacer un libro de viajes pero no el típico texto de un viajero profesional, ni siquiera de un viajero aficionado. Quería hacer un libro donde se hablara de escritores y lugares y de los espacios donde estuvieron esos escritores pero no quería hacer un libro mitómano de esos en los que el escritor va a un sitio a buscar donde estuvo el escritor.
–Algo que llama mucho la atención del libro de Vicente es que es un rompecabezas narrativo que se nutre de distintos géneros, crónica, ensayo, autobiografía, cuaderno de viaje, entre otros.
–Sí, tiene algo de crónica sobre todo pues escribí mucho tiempo periodismo cultural y algo de biográfico porque cuento mis viajes personales, nunca he viajado para descansar ni para buscar algún tipo de diversión, mis viajes terminan siempre en encuentros fortuitos con la gente y también con los escritores.
Por otra parte he estado tratando de escribir libros que para mí sean un reto, por ejemplo, Los extraños, que supuso un desafío muy grande porque nunca había escrito un libro de esas características. Aquí he intentado acoger y jugar con todos los géneros que los que soy capaz de hacer algo, como el relato, la novela, el libro de viajes, la crónica, el ensayo, con esos cinco géneros he intentado construir estas tramas.
–¿Cómo concebiste el libro?
–Yo provengo de la poesía, nunca pensé que fuera a escribir una novela o un relato. Durante muchos años yo solamente escribí poesía y en un momento determinado sentí la necesidad imperiosa de narrar desde otro punto de vista, lo siguiente fue encontrar un estilo propio, algo personal y algo nuevo.
–¿Te eran ya familiares los escritos y las historias de tus ensayos?
–Yo tomo notas en los viajes porque siempre tengo presente que algún día quiero hacer algo con eso, no un libro de viajes, sino que quería hacer algo diferente. Ese algo diferente a veces tarda un poco en llegar, si tienes el material, tienes los viajes, tienes los recuerdos, tienes los apuntes, pero otra cosa es ponerte a escribir un libro sobre eso.
–¿Cuánto has tardado en escribir el libro?
Los viajes que narro son de distintas épocas, con la seguridad y la confianza de que de todas las notas que tomé sacaría algo diferente a un resumen, en 2017 comencé esta aventura que tardó seis meses y nació un tipo de libro que no había hecho hasta ahora.
–Crónica cultural en forma de ensayo sobre las hendiduras vitales de Friedrich Nietzsche, Rainer Maria Rilke, Walter Benjamin y Bertolt Brecht, en cada una de estas historias aparece una frase que sirve de eje transversal a los cuatro ensayos: En fin, como afirman los grandes maestros del ajedrez, hasta donde te puede llevar una partida siempre es un misterio. ¿Así son tus viajes?
–Sí, hoy viajo a una ciudad y me viene un flash que ya nunca me abandona. Para mí Dinamarca es Walter Benjamin y Bertolt Brecht jugando ad infinitum una partida de ajedrez durante el otoño de 1916, Turín es una ciudad que marca las horas del crepúsculo de la vida de Friedrich Nietzsche, ahí comenzó la crisis nerviosa de la que ya no logró recuperarse; Italia es Rainer Maria Rilke intentando denodadamente cerrar los círculos que se abatían sobre él y sobre las Elegías de Duino.
En 2008, Vicente fue invitado a hablar sobre poesía en la Facultad de Humanidades de la Universidad de Augsburgo. Estando en Alemania recordó un episodio de la vida de Kafka.
En la Galería Goltz de Múnich Kafka leyó En la Colonia Penitenciaria, fue su única lectura pública fuera de Praga, parece ser que horrorizó a todo el mundo y lo definieron como un diletante del horror, incluso hizo desmayar a tres personas. Entonces, para mí Múnich es un Kafka un poco desvalido leyendo en una calle, en una librería galería, en una sesión bastante desastrosa, por cierto.
–¿Hay escritores que admiras y que no han podido estar en este libro?
Sí. Hay muchos escritores y pintores de los que me gustaría escribir, como lo que hice en Arte de la fuga, un libro en el que se habla de tres momentos biográficos muy concretos y aparentemente menores de las vidas de San Juan de la Cruz, Hölderlin y Pessoa pero aquí no hay ningún viaje personal.
La narrativa de este libro serpentea brillante y apropiadamente a lo largo de varios periodos a la vez. El personaje central son los escritores, los lugares y espacios donde estuvieron y que forman parte de periodos muy concretos de sus vidas que como piezas mayores de un gran tablero de ajedrez se mueven y disputan por sobrevivir en sus textos. En su relato, el motivo de Vicente Valero responde fuertemente a explorar el potencial de una ciudad creyendo que cada callejón, esquina y escalera puede evocar un recuerdo o producir un nuevo descubrimiento de cada uno de los escritores que lo han inspirado.