En bello texto, nuestra colega de Cuba Rosa Miriam Elizalde dio a conocer el caso de Ana Belén Montes, de familia puertorriqueña, ciudadana estadunidense, quien acaba de cumplir 64 años, y desde hace dos décadas se encuentra encarcelada en una lúgubre prisión federal en Fort Worth, Texas, reservada para criminales peligrosas y con problemas mentales, en condiciones penitenciarias extremadamente crueles e inhumanas, que revelan el odio y el afán de venganza que provocan en sus enjuiciadores, el temple, la integridad y la firmeza de convicciones de esta singular heroína de los pueblos que, a pesar de los rigores del aislamiento absoluto, la prohibición expresa de periódicos, revistas o televisión, y sobreviviente de un cáncer, no ha sido doblegada ni mucho menos vencida (https://www.jornada.com.mx/2021/03/04/opinion/016a1pol).
Las tareas de inteligencia en favor de Cuba, por las cuales fue procesada y condenada a 23 años de cárcel, las desempeñó a partir de razones morales y políticas, expuestas valientemente durante su juicio, en un alegato histórico que fundamenta plenamente el hecho de ser prisionera de conciencia y presa política del gobierno de Estados Unidos: “Obedecí a mi conciencia más que obedecer la ley”, señaló ante el juez. “Nosotros hemos hecho gala de intolerancia y desprecio hacia Cuba durante cuatro décadas. Nosotros nunca hemos respetado el derecho de Cuba a definir su propio destino, sus propios ideales de igualdad y justicia. No entiendo cómo continuamos tratando de dictar cómo Cuba debe seleccionar sus líderes, quiénes no deben ser sus dirigentes y qué leyes son las más adecuadas para dicha nación. ¿Por qué no los dejamos decidir la forma en que desean conducir sus asuntos internos, como Estados Unidos ha estado haciendo durante más de dos siglos?”
Ana Belén aseveró que un proverbio italiano describía sus creencias políticas: “Todo el mundo es un solo país. En ese ‘país mundial’ el principio de amar al prójimo tanto como se ama a uno mismo, resulta una guía esencial para las relaciones armoniosas entre todos nuestros países vecinos. Este principio implica tolerancia y entendimiento para las diferentes formas de actuar de los otros. Establece que nosotros tratemos a otras naciones en la forma en que deseamos ser tratados, con respeto y consideración. Es un principio que, desgraciadamente, yo considero nunca hemos aplicado a Cuba”.
Fue reclutada por los servicios de inteligencia cubana desde 1984, mientras trabajaba en el Departamento de Justicia en Washington y cursaba una maestría en la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados de la Universidad Johns Hopkins, al percatarse de las opiniones críticas de esta talentosa joven en relación con la política del gobierno de Estados Unidos hacia Centroamérica. Estos principios morales y creencias políticas la determinaron a entregarse de lleno a una doble vida, con las tensiones, faenas y peligros que este compromiso significaba; por un lado, seguir una exitosa carrera como oficial de alto rango en la Agencia de Inteligencia Militar, que le permitió convertirse en la experta sobre Cuba en el Pentágono y, por el otro, ser una dedicada receptora de información al servicio de Cuba y su asediada revolución socialista.
Durante 17 años, Ana Belén fue una agente clave de los esfuerzos de Cuba en su defensa contra el terrorismo que Estados Unidos adopta como política de Estado en el ámbito planetario, pero intensificado, en el caso cubano, incluso con anterioridad al triunfo del movimiento revolucionario 26 de Julio en 1959. Además de la guerra económica, comercial y financiera que resultó en un cruel bloqueo, Cuba ha sufrido múltiples agresiones armadas abiertas y encubiertas, centenares de actos terroristas de diversa naturaleza, incluyendo atentados e intentos de asesinato contra el principal líder de la revolución, secuestro de aviones, bombardeos desde naves marítimas y aéreas, robo de cerebros de personal especializado, mantenimiento de una quinta columna dentro de la isla, ahora a cargo de “disidentes de la cultura”, que propagan una permanente campaña de odio contra el gobierno socialista.
Enormemente cuidadosa para su labor clandestina, nunca sustrajo documentos de su trabajo, ya sea escritos o electrónicos. Los memorizaba, tratando de recordar los detalles, y los pasaba en su computadora personal en su modesto domicilio, los encriptaba en discos para ser entregados a sus contactos, previamente acordados en sesiones por radio de onda corta. Con toda razón, Douglas Calvo Gainza reconoce que Ana Belén: “Lo ha dado todo y lo ha resistido todo”. El cantautor David Rovics le dedicó la hermosa canción: Eres una espía como las que me gustan (http://rompiendomurosxlos5.blogspot.com/2016/01/eres-una-espia-como-las-que-me-gustan.html), extraordinario y merecido homenaje a Ana Belén Montes, militante, de las imprescindibles, por la vida, la justicia, la libertad y la paz.