La pintura mural prehispánica en México se ha desvanecido en un porcentaje doloroso, alerta la historiadora María Teresa Uriarte. Teotihuacan está en peligro grave, en Chichen Itzá ha desaparecido en 99 por ciento. “Estamos perdiendo a una velocidad impresionante nuestro patrimonio”, lamentó la académica del Instituto de Investigaciones Estéticas (IIE), quien coordinó la edición digital del primer tomo de La pintura mural prehispánica en México, dedicado a Teotihuacan.
El catálogo, publicado originalmente en 1995, se encuentra agotado en su edición impresa desde hace varios años, y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) publicó recientemente el libro electrónico, el cual se distribuye de manera gratuita.
La nueva edición requirió un minucioso trabajo de actualización, incluyendo la incorporación de fotografías recientes del sitio arqueológico ubicado en el estado de México, donde se ubicó una de las ciudades más importantes en Mesoamérica durante la época prehispánica.
El trabajo comparativo de imágenes reveló el lamentable deterioro, “es una pena y una vergüenza la manera como cuidamos nuestro patrimonio”, expresó la investigadora en arte y arqueología precolombinos. Durante la entrevista, mencionó que es grave la situación debido a la reducción al presupuesto del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y el dinero que ya no reciben los sitios arqueológicos de taquilla.
Pompeya, el sitio en Italia, compara la doctora en historia, tiene unos cuántos siglos más, estuvo enterrado y la pintura mural se conserva en perfectas condiciones. En cambio, basta con visitar Teotihuacan u observar las primeras fotos que se tomaron, hace 30 años, y comparar con las de ahora.
“Afortunadamente, hicimos el registro completo cuando era más o menos visible. Tal vez no son las mejores fotos, pero recuperan las imágenes perdidas de la pintura mural.”
Una de las ventajas del catálogo electrónico es el cuidado del color y que éste no cambia. “El color es muy traidor. Afortunadamente, vivimos una época de avance tecnológico para las imágenes, se tiene un grado de distorsión muy reducido”. Se sustituyeron 266 fotografías, de las más de 500 que se incluyen en la primera publicación.
“Una reproducción en un museo nunca podrá dar la idea de lo que estos murales dicen en el sitio, porque cambian de acuerdo con la luz del día”, explica sobre la importancia del registro del arte mural. “Nuestro catálogo impreso tiene distorsión en el color y mala fotografía”, pues hace 30 años eran los investigadores quienes capturaban las imágenes. “Muchas fotografías no tenían buena iluminación, ninguno era fotógrafo, tampoco teníamos mucha experiencia”.
En la presentación del catálogo de pintura mural de Teotihuacan, Iván Ruiz, director del IIE, señala que la redición “ve la luz en un momento especialmente complicado para el patrimonio artístico y cultural de nuestro país, y aprovechamos la coyuntura para destacar, de nueva cuenta, la importancia del estudio y conservación de la pintura mural teotihuacana que nos da muestra de la riqueza plástica de una de las culturas más importantes del México antiguo”.
Se trata de la obra culminante de la investigadora Beatriz de la Fuente (1929-2005), quien encabezó la titánica labor de realizar un inventario de la pintura mural en México, que inició en 1990 y cuya primera publicación fue la dedicada a Teotihuacan. “Uno de los proyectos más longevos celebra su 30 aniversario”, dice Iván Ruiz. “Festejamos la tercera década de vida de este proyecto con la edición digital de uno de sus libros insignia”, terminado durante los primeros seis meses del confinamiento.
No sólo se recupera el trabajo de la doctora De la Fuente, también se ha agregado bibliografía; “prácticamente, es un libro nuevo”, celebra y agradece el trabajo de Citlali Coronel, Martha Vargas, María de Jesús Chávez y Fernanda Salazar, así como del fotógrafo Carlos Martínez.
En días recientes impartió una conferencia sobre pintura mural; en la charla en línea hubo asistentes de Perú y Dinamarca, por eso otra de las ventajas de la versión que se distribuye en Internet en formato epub que se puede leer en computadoras y teléfonos.
“Es la ventaja de los medios electrónicos, que pueden ser accesibles para miles de personas”. Con suerte, un impreso tendría un tiraje de mil ejemplares, a un alto costo, porque libros así requieren mucho trabajo y calidad.
La obra, aún un referente sobre el tema, resulta de relevancia para conservar la memoria de nuestro patrimonio, apunta en la edición, con cambios positivos y otros dramáticos, como la restauración con integraciones poco afortunadas, y en otros casos, más tristes: la pintura está totalmente perdida.