Madrid. Astrónomos cartografiaron una parte de la red cósmica sin utilizar cuásares brillantes por primera vez. Los hallazgos se publican en Astronomy & Astrophysics.
Los astrónomos asumieron durante mucho tiempo que los miles de millones de galaxias del universo están conectadas por una enorme red cósmica de flujos de gas, la cual en sí es difícil de ver porque casi no genera luz. Hasta ahora, sólo sus nodos se habían mapeado utilizando cuásares.
Se trata de agujeros negros supermasivos en los centros de galaxias cuyo entorno emite enormes cantidades de luz, la cual luego es dispersada por la red cósmica, haciéndola visible alrededor de los cuásares.
Desafortunadamente, los cuásares son raros. Además, sólo se encuentran en los nodos de la red cósmica. Como resultado, brindan una vista limitada.
Por primera vez, los investigadores lograron ver una pequeña parte de la red cósmica sin usar cuásares. Un equipo dirigido por Roland Bacon, del Centro Nacional de Investigaciones Científicas de Francia, enfocó el Telescopio Muy Grande en una parte del icónico del campo ultraprofundo del Hubble durante 140 horas (más de seis noches entre agosto de 2018 y enero de 2019).
Mediante el Explorador Espectroscópico de Unidades Múltiples (MUSE), los investigadores pudieron captar la luz de grupos de estrellas y galaxias que fue dispersada por filamentos de gas de la red cósmica.
Esta es la luz de unos 2 mil millones de años después del Big Bang.
Las observaciones mostraron que potencialmente más de la mitad de la luz dispersa no proviene de grandes fuentes radiantes brillantes, sino de un mar de galaxias antes desconocidas de muy baja luminosidad, que son demasiado tenues para ser vistas de forma individual.
Los resultados refuerzan la hipótesis de que el universo joven consistía en un gran número de pequeños grupos de estrellas recién formadas.
Final de la “edad oscura”
El coautor Joop Schaye, del Observatorio de la Universidad de Leiden, señaló: “Creemos que la luz que vemos proviene principalmente de galaxias jóvenes, cada una de las cuales contiene millones de veces menos estrellas que nuestra Vía Láctea. Esos conjuntos de cuerpos celestes probablemente fueron las responsables del final de la “edad oscura” cósmica, “cuando menos de mil millones de años después del Big Bang, el universo fue iluminado y calentado por las primeras generaciones de estrellas”.
Michael Maseda, coautor de la investigación e integrante del Observatorio de Leiden, Universidad de Leiden, agregó: “Las observaciones de MUSE no sólo nos dan una imagen de la red cósmica, sino también brindan nueva evidencia de la existencia de galaxias extremadamente pequeñas que juegan un papel tan crucial en modelos del universo temprano”.
En el futuro, a los astrónomos les gustaría mapear partes más grandes de la red cósmica. Por eso trabajan para mejorar el instrumento MUSE a fin de que proporcione un campo de visión de dos a cuatro veces mayor.