Aunque existe un “fuerte subregistro de los casos de violencia sexual” contra las mujeres migrantes en tránsito, se estima que al menos “seis de cada 10 mujeres” sufren agresiones de esa índole, planteó Susanne Willers con base en datos de Amnistía Internacional.
En el foro Ser mujer, migrante y asesinada en el camino, convocado por El Colegio de México y la Iniciativa Spotligtht, en el que se abordó la migración de mujeres provenientes de Centroamérica, la socióloga por la Universidad Libre de Berlín comentó que muchas mujeres migrantes dejan sus países de origen porque han sido víctimas de la violencia ejercida por la delincuencia, pero también porque sufrieron agresiones de género.
“Hay violencia en sus lugares de origen y en los de tránsito”, y agregó que al llegar a México pueden convertirse en víctimas, debido al combate al narco, “por la violencia feminicida y el contexto de impunidad, y precisó que justamente esta última situación “aumenta el desbalance de la desigualdad de género. “Es un continuo de violencias que se sobreponen, y vuelven el panorama más complejo”.
Según ONU Mujeres, aunque es “difícil tener cifras confiables” de las agresiones sexuales que experimentan las mujeres migrantes y las refugiadas, se considera que “entre 24 y 80 por ciento han experimentado alguna forma de violencia sexual en su tránsito”.
Refiere que el Covid-19, aumentó los riesgos para este sector. Además de que alejó a muchas de las agrupaciones que atendían a estas poblaciones, en los albergues no es fácil tener medidas sanitarias.
Alejandra Díaz de León, experta en migración centroamericana en tránsito, destacó que en el trabajo de campo que ha observado que es una “ruta masculinizada”, en la cual a las mujeres les es difícil “formar redes de apoyo con hombres, porque siempre está latente que les van a pedir algo a cambio” de la protección que les puedan brindar en el trayecto.
Y precisó que algunas se asocian con hombres, porque además del posible resguardo, valoran que “en el viaje me violen muchos o solo uno”.
Acotó que algunos hombres migrantes consideran que “tuvimos que aguantar a las mujeres y cargarles la mochila, y esperan algo a cambio de esas mujeres, sino por qué las habrían aguantado. Es difícil para las mujeres formar redes de apoyo con hombres. Muchas no se quieren juntar con hombres por esta expectativa latente”.
Consideró que gran parte de lo que padecen las personas migrantes provenientes de Centroamérica se debe a que “Estados Unidos y México están criminalizando la migración; hay un esfuerzo por empujar a los migrantes fuera de México, y eso los manda a rutas más violentas y peligrosas”.