Juchitán, Oax., Impedir que la modalidad de educación a distancia socave aún más las tradiciones y el uso de las lenguas originarias es el reto que se planteó Cirila López Sánchez, maestra zapoteca que enseña en línea el valor de su cultura y su idioma a 24 niñas y niños de segundo de primaria de la escuela Daniel C. Pineda en Juchitán, Oaxaca.
Para la profesora de 42 años de edad y 24 de servicio docente, las clases a distancia son doble jornada, pero eso no le importa, su mayor satisfacción es saber que sus estudiantes ya conocen de dónde vienen y de quiénes heredaron sus tradiciones y hagan lo posible por mantenerlas vivas.
“Lo estamos logrando”, dice con mucha emoción la profesora, al mostrar que ahora estos educandos de entre 7 y 8 años de edad ya descubrieron su lengua, su música, sus refranes y hasta chistes, porque todo eso han visto y aprendido en lo que va del ciclo escolar.
Cirila y el colectivo de maestros de su escuela han transmitido a los menores el amor por lo zapoteco a través de poemas y cuentos; también han realizado biografías y personificaciones usando el atuendo tradicional; las niñas portan sus enaguas y huipiles y los niños su guayabera blanca y panta-lón oscuro.
Cirila lleva 10 años como docente en esta institución educativa, la cual privilegia el Plan para la Transformación Educativa en Oaxaca (PTEO), un programa opuesto a la reforma educativa en Mexico, donde se revaloriza lo autóctono y la identidad de los pue-blos indígenas.
La profesora habilitó su recamara como aula escolar, removió sus muebles y colocó un pizarrón y materiales educativos, contrató el servicio de Internet y adquirió una computadora; estas son las herramientas de apoyo que utiliza para encontrarse tres veces por semana con sus alumnos, a quienes extraña porque no ha podido ver-los físicamente.
Dar clases a distancia es un desafío que al principio se le complicó, incluso llegó a ponerse ansiosa y preocupada, pero con el paso de los meses se adaptó, y ahora todo es más fácil, se conecta y durante cinco días de la semana está atenta de las preguntas, dudas y recomendaciones de sus pupilos.
“Llevar una clase en línea es adentrarse a un mundo distinto”, explica la maestra, quien todos los días busca y escoge herramientas que logren un conocimiento significativo para sus aprendices, quienes no dejan un solo instante de participar y hablar a través de una pantalla.
También ha podido interactuar con ellos de tal forma que no parece que estuvieran separados durante la hora y media que imparte sus cátedras; los menores se concentran, participan y hasta hay regaños y llamadas de atención.
“La pandemia nos vino a mostrar un nuevo rostro, porque aun a distancia, brindamos a nuestros niños el amor por la cultura y eso es muy significativo, lo hemos logrado con la ayuda de los padres de familia, quienes son nuestros aliados para que todo esto funcione, ahora más que nunca se reafirma y se comprueba que la educación es de tres: maestra, alumnos y padres de familia.”
Cirila es apasionada de la educación, ama lo que hace y es que lo heredó de su madre, quien además de mostrarle el amor por la educación, también lo hizo con su cultura zapoteca y por eso lo comparte.
“Verlos recitar poemas e interpretar personajes de la cultura zapoteca me enorgullece mucho, porque los niños son fantasiosos, son los más sinceros y esto que hacemos, aprender, es significativo, y cuando crezcan tendrán muy claro de dónde son y de dónde vienen.”
Poetas y escritores
A partir de las lecciones, el conocimiento y el reconocimiento del entorno, las niñas y niños quieren seguir estos pasos: Aguamarina es estudiante de segundo grado y añora ser escritora como Natalia Toledo, por eso le pide a su papá que todos los días se comunique con ella en zapoteco.
La pequeña de 8 años de edad toma a diario clases a distancia con la profesora Cirila y le ha gustado conocer su identidad, vestirse con su traje típico y recitar poesía.
“El aprendizaje es significativo, lo estamos cumpliendo”, afirma emocionada la maestra, quien no se cansa de atender y superar las dudas de sus educandos y padres de familia, que todos los días tienen preguntas.
Cirila también asesora al escolar al que todavía le falta aprender a multiplicar, sumar y restar. Es una profesora como muchas en Oaxaca, donde han tenido que adaptarse a las desigualdades que visibiliza la enseñanza a distancia, comprender al alumno que no tiene una tableta electrónica o un celular inteligente. A ella le apasiona la educación y lo hace para dejar huella, como ha ocurrido en estos 24 años de servicio.