La publicidad dirigida a niños para que consuman alimentos ultraprocesados utiliza técnicas de persuasión que determinan de manera muy profunda su comportamiento alimenticio durante toda su vida y los expone a diversas enfermedades, por lo que obligar a las empresas del sector a eliminar los personajes infantiles de sus empaques es una acción positiva y necesaria.
Participantes en un foro virtual sobre el tema subrayaron que la autorregulación de las grandes compañías del ramo no funciona, pues son éstas las más reacias a cambiar sus métodos de propaganda para no verse afectadas económicamente.
Emma Boyland, investigadora de temas de apetito y obesidad en la Universidad de Liverpool, subrayó que la publicidad dirigida a niños tiene gran poder de influencia, debido a que el desarrollo cognitivo y mental no se ha completado a edades muy tempranas, lo cual los vuelve más susceptibles de manipulación.
Uno de los principales recursos publicitarios de las empresas de alimentos, explicó, es la utilización de personajes infantiles o de atletas famosos, además del ofrecimiento de regalos, para conseguir que los consumidores se “enganchen” con sus productos y los asocien con la diversión, la cercanía familiar y otras experiencias positivas.
Fernanda Mediano, investigadora de la Universidad de Carolina del Norte, señaló que la experiencia chilena de eliminar a los personajes infantiles de los empaques de comida no saludable ha logrado reducir en diversos grados el consumo de estos alimentos y bebidas, por lo que la aplicación en México de estas estrategias es recomendable.
Ante este tipo de regulaciones, advirtió la experta, las compañías del sector han tratado de usar las redes sociales y otros recursos para evadir la norma, entre ellos declarar menor contenido de algún compuesto no saludable para ocultar que quizá tengan más de otros igualmente nocivos.
Simón Barquera, director del Centro de Investigación en Nutrición y Salud del Instituto Nacional de Salud Pública, coincidió en que el principal obstáculo para controlar la publicidad y el consumo de alimentos ultraprocesados es la industria del ramo, por lo que dejar en sus propias manos la tarea de autorregularse es una estrategia ineficiente.