Chicapa de Castro, Oax., Hace 11 meses, cuando las festividades patronales y sociales se interrumpieron por la pandemia del Covid-19 en el Istmo de Tehuantepec, a los artesanos Juanito Morales López y Ovidia Castillo Gómez, originarios de Chicapa de Castro, Oaxaca, también les cancelaron sus pedidos de traje regional de cadenilla, desde entonces no han podido recuperarse y viven una cri-sis económica.
El sonido del pedal de las máquinas de costura ya no se mueve como antes, ya no hacen el vaivén acelerado por el cúmulo de trabajo, ahora suena poco y en espaciadas horas, las telas y los hilos ya no se acu-mulan en el armario de los artesanos, el trabajo disminuyó y también los ingresos del taller familiar.
Sentados en su máquina de coser, los artesanos con más de 40 años de experiencia elaboran al mes dos o tres trajes regionales y huipiles, pero ahora sólo sacan un traje mensual y a veces, ninguno.
En esta misma situación vive el resto de artesanas que elaboran este traje típico usado en las tradicionales Velas de mayo, quienes han gastado sus pequeños ahorros y añoran con desesperanza que pronto regrese todo a la normalidad.
“La situación está muy crítica, de no tener unos pesos ahorrados, quién sabe qué pasaría con nosotros, porque no hay dinero, esta enfermedad vino a dañar nuestra economía porque los pedidos que teníamos los cancelaron todos, la gente ya no hizo sus fiestas y tampoco su ropa, y eso nos afectó severamente, ahora elaboramos prendas con la esperanza de que alguien las compre.”
Ovidia Castillo y Juanito Morales son esposos y ambos artesanos de esta técnica de cadenilla, a la que de por sí se dedican personas adultas y, con esta crisis, su práctica va en decadencia.
Con su amplia experiencia, Ovidia domina todos los modelos de cadenilla que existen, que son más de una veintena, y para obtener un poco de dinero, lo que hace es venderlos a bajo costo, porque de lo contrario no tendrían para comer.
Por su edad y falta de conocimiento en el uso de una computadora y de un teléfono inteligente, los artesanos no usan las redes sociales, y lo que hacen para ofrecer sus huipiles o trajes regionales es caminar de casa en casa para ofrecerlos con clientas o conocidos.
“En diciembre y en lo que va de febrero lo que hice fue trabajar los huipiles y venderlos a bajo costo, esto es para obtener algo de dinero y sobrevivir, porque tenemos que comer, tenemos hijas adultas, pero también ellas son artesanas, y están padeciendo las afectaciones de esta pandemia.”
El artesano Juanito, a falta de clientes que hagan pedidos de trajes regionales, lo que ha hecho es combinar su oficio con la sastrería y confecciona pantalones y camisas pa-ra caballeros.
“Uno le busca de todo para comer, y así estamos en estos meses, por que no hay trabajo, lo poco que llega se elabora rápido para no acumular, quién sabe hasta cuándo estaremos así.”
Los artesanos confían que con la llegada de las vacunas contra el Covid-19 –la cual esperan recibir en breve–, la situación de la pandemia se reacomode y de paso se reanuden fiestas y celebraciones, para que así, en el taller se vuelva a escuchar el acelere del pedal, que indica que hay muchos trajes por elaborar.
Esta situación económica además impide a los artesanos rehabilitar su taller, que se dañó con el sismo de 8.2 grados el 7 de septiembre de 2017, desde entonces laboran en condiciones no óptimas, debido a que no recibieron apoyo para la reconstrucción.