Ciudad de México. Guiados por el arte, los alumnos que participan en el programa interdisciplinario Armónicos, el cual integra a jóvenes con trastornos de neurodesarrollo, prosiguen con su trabajo creativo a pesar del confinamiento por la pandemia de Covid-19.
Se trata de un proyecto adscrito al Sistema de Fomento Musical (SFM) de la Secretaría de Cultura federal, “único en todo el país”, señala Leticia Colina, coordinadora de la iniciativa que comenzó en 2019 en el Centro Cultural Los Pinos.
La música es el hilo conductor de la enseñanza que reciben los estudiantes que ahora han tenido que adaptarse a las clases a distancia, con muy buenos resultados, dice la maestra. Incluso, la nueva metodología ha propiciado “un refinamiento del proyecto, el cual esperamos que no se detenga, pues la idea es proyectarlo para que sea un programa piloto y después llevarlo a todo el país. Sin embargo, somos conscientes que este año, precisamente por la pandemia, esto no podrá ser”.
En entrevista con La Jornada, la docente detalló que Armónicos “tiene una visión integral, cuya parte central es la música o espectáculos con música y movimiento corporal, a través de trabajar muchas metodologías de enseñanza artística especializadas en otra visión del aprendizaje, apoyados por las artes plásticas, con tutoras expertas en trastornos de neurodesarrollo.
“Por el momento, tenemos 24 alumnos, de entre 14 y 34 años, que tienen desde discapacidad intelectual o parálisis cerebral leve hasta autismo (Asperger). El requisito para integrarse al programa es que tengan habilidades funcionales, como atender órdenes. Todavía podríamos aceptar unos cuan-tos alumnos.
“En México no hay proyectos integrales similares, pues una vez que personas con estas características cumplen 13 años, en las escuelas especializadas ya no los reciben, e incluso tampoco son candidatos a becas de discapacidad cuando llegan a los 34 años, y eso es un problema.
“Se debe entender que el arte es transformador y más cuando se sabe aplicar y enseñar. El objetivo de Armónicos es que estos jóvenes y adolescentes, a través de la música y el movimiento, desarrollen y fortalezcan sus habilidades de pensamiento, sus capacidades cognitivas, comunicativas y expresivas y, quizá, en un momento se integren al mercado laboral.
“No somos un centro terapéutico ni se imparten clases aisladas de música. Nuestra clave es tratar a los alumnos bien, desde su dignidad como persona. Cuando ellos se sienten importantes superan las molestias, se sienten satisfechos, encuentran el sentido de su vida. Eso es la inclusión.”
Los Armónicos, como ya se conoce a esta agrupación de jóvenes artistas, han presentado sus espec-táculos precisamente en Los Pinos, a donde acudían de lunes a viernes a tomar sus clases antes de la pandemia.
Ahora se encuentran preparando otros repertorios musicales a través de Zoom, como la interpretación de la canción Todo cambia, que popularizó Mercedes Sosa, y una pieza de Silvestre Revueltas.
Colina explica que exigen mucha implicación por parte de los padres, sobre todo desde que comenzaron las clases a distancia, “para que sepan cómo estructurarles su día y cómo anticiparles las actividades para que no se incrementen sus niveles de ansiedad. Les decimos a los papás: ‘o toman al toro por los cuernos o se quedan en la depresión y las quejas’, y no se trata de eso, porque nuestros hijos no son víctimas.
“Hay que ver a estos jóvenes como lo que sí pueden ser: personas con capacidades diferentes que necesitan puentes para entender el mundo y una vez que ellos pueden unir y entender ese puente, lo tienen que cruzar, y luego otro y otro.
“Así lo plantea el filósofo inglés Herbert Read: para que un individuo se integre al grupo social al que pertenece requiere armonizar su individualidad, si ésta, por alguna razón se ve fracturada, hay que buscar la manera de organizarla de nuevo. Las artes reparan esas fracturas de nuestros procesos mentales, que tradicionalmente se dividen en cuatro: sensación, intuición, sentimiento y pensamiento.
“A veces no nos ponemos en el lugar de un chico autista que tiene un desorden de integración sensorial o que puede tener desintegrada su atención porque él está escuchando u oliendo al del lado, o porque hay un montón de sensorialidad que le impide centrar su atención. En general, lo que menos se trabaja es la parte del sentimiento, aún entre nosotros los neurotípicos.”
Armónicos es un proyecto que se adaptó al modelo de las orquestas del SFM, conformado por 102 agrupaciones en todo el país “que impactan a su comunidad, pues dan sentido a la vida de decenas de niños y jóvenes. Por desgracia, al ser iniciativas que no buscan la comercialización, nadie los ve ni sabe de ellos, excepto quien los vive y el entorno familiar, pero hay comunidades enteras impactadas por el SFM”, concluye Leticia Colina.
Para conocer las actividades del programa Armónicos se puede seguir su página de Facebook: https://www.facebook.com/PIA-Armónicos-351463489273882.