En la historia de Occidente nunca se había presentado tanta liquidez en los mercados como ahora, ni con Keynes después del crac del 29 ni después de la Segunda Guerra Mundial, con el Plan Marshall.
El estímulo de Joe Biden, por 1.9 billones de dólares, junto con los recursos otorgados por Donald Trump de 2.1 billones de dólares, es el más amplio en la historia de Estados Unidos y algo semejante sucede en Europa y Japón.
En el caso de nuestro vecino del norte, las personas que ganan hasta 75 mil dólares anuales recibirán mil 400 dólares, más 600 que recibieron en la época de Trump. Pero como la población todavía no consume en viajes, restaurantes, centros comerciales y espectáculos, ha guardado parte de esos recursos o ha pagado deudas, ya que en Estados Unidos la gente vive del crédito.
Gracias a esta gran liquidez no se han presentado quiebras masivas como sucedió con la crisis de 2008 que trajo consigo un problema de pérdidas de empleo y de cierres de empresas. En 2008 quebraron Lehman Brothers por pérdidas en el sector inmobiliario, Bearn Stearns por hipotecas de alto riesgo y quedó en manos de J.P. Morgan Chase, la aseguradora AIG que pasó a manos del gobierno, Merrill Lynch que la rescató Bank of America y Fannie Mae y Freddie Mac, las grandes hipotecarias a las que intervino el gobierno, por señalar los casos más relevantes. Además, personajes de gran influencia cayeron de su pedestal, como Bernie Madoff, ex presidente de Nasdaq, quien acabó en la cárcel por operar una pirámide financiera.
En la crisis actual no se ha presentado una situación tan crítica como la de 2008, además de que existen buenas expectativas de una pronta recuperación en países desarrollados por la expedita aplicación de vacunas.
Ahora el peligro que se presenta es el repunte de la inflación, ya que la población tiene liquidez y quiere aumentar sus compras. Sin embargo, hay algunos sectores de la economía que no cuentan con los bienes y servicios suficientes para atender el mercado ahora que la economía vuelve paulatinamente a la normalidad.
Debido a esta nueva realidad, las tasas de interés comenzarán a repuntar y afectarán a países como el nuestro que requiere del crédito externo para su desarrollo.