El desenlace del caso Félix Salgado Macedonio estuvo exento de sorpresas. Los órganos de discusión interna y de toma de decisiones del partido Morena quedaron alineados con la argumentación de Palacio Nacional y, mediante la utilización del fantasmal recurso de las presuntas encuestas de opinión, confirmaron la prefigurada postulación del polémico senador con licencia para la gubernatura de Guerrero.
Es muy probable que no tenga consecuencias electorales negativas en esa entidad, siempre políticamente áspera, la decisión de sostener contra viento y marea la ajada carta de un acusado de violaciones sexuales. Morena parece tener todo a su favor para triunfar en las urnas en junio próximo en Guerrero, con el candidato seleccionado o con cualquier otro.
En todo caso, el saldo a pagar estará esparcido en toda la República, especialmente en el ámbito no formalmente estructurado del movimiento feminista en lo general y de ciudadanos en lo individual que no militan ni participan activamente en movilizaciones y protestas de mujeres contra el sistema patriarcal de dominación.
La muy desigual lucha de mujeres se da tanto en el plano amplio del mencionado sistema patriarcal como en una de sus expresiones más graves, la constante agresión física y sexual que suele quedar en la impunidad. El Estado mexicano y sus expresiones en la procuración y la impartición de justicia son escandalosamente omisas en cuanto a la protección de las mujeres y cómplices en cuanto a la desatención a las víctimas, sus denuncias y sus exigencias de justicia.
En ese contexto de ultraje y opresión contra las mujeres, y de un movimiento nacional feminista en ascenso, ni Morena ni Palacio Nacional reaccionaron con lucidez, visión moderna y solidaridad. Rencillas internas relacionadas con el presunto origen de la primera andanada fuerte contra Salgado Macedonio, atribuida en círculos de primer nivel del obradorismo a Pablo Amílcar Sandoval Ballesteros, quien había sido dirigente estatal de Morena y superdelegado federal, petrificaron a la máxima jefatura morenista en la postura de sostener a como diera lugar la candidatura del autodenominado “toro sin cerca”.
Salgado Macedonio se convirtió así en pieza inamovible, a cuenta de la defensa del “principio de autoridad” política, cuyo riesgo de vulneración ha hecho pensar a los detentadores circunstanciales del poder (sean del partido que sean) que ceder o aceptar cambios podría mostrarlos débiles ante sus subordinados e incluso alentar posteriores osadías similares.
De manera evidente, en olvido de su propia historia, algunos grupos opositores al obradorismo, sobre todo derechistas, han tomado las banderas del feminismo contrario a Salgado Macedonio para simular apego a causas que nunca han abanderado. Sin embargo, más allá de esos fingimientos “opositores” que por sí mismos se delatan, el fraseo utilizado por el conductor de las conferencias mañaneras de prensa, y el hecho en sí de sostener a Félix por encima de todo, han ensanchado una brecha de entendimiento y acción que sustancialmente no debería existir, sino puentes de entendimiento y coordinación en causas que son de izquierda y no de la derecha.
Astillas: No tenía alternativa el ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Arturo Zaldívar, así que hubo de salir en defensa de sus representados, luego que el Presidente de la República había pedido investigar al juez que frenó de forma provisional la aplicación de la nueva ley regulatoria de la industria eléctrica. Dijo Zaldívar que “las y los jueces federales actúan con independencia y autonomía” y que “sus fallos pueden ser recurridos, pero siempre respetados bajo la óptica de la independencia judicial”... Con el más absoluto descaro, este año se han postulado familiares a cargos de elección popular: ahí está el caso de Alito, el presidente nacional del PRI, que a su sobrino, Christian Mishel Castro Bello, ha hecho candidato a gobernador de Campeche (cargo que el propio Alito, Alejandro Moreno, debería estar desempeñando, pero solicitó licencia)... ¡Hasta mañana!
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