El FC Barcelona sobrelleva el torneo 2020-21, el de la pandemia, guiado por la inercia de siempre, la de querer ganar, y por lo pronto intenta mantener el paso que marca el puntero de la Liga, pero su afán en este momento es por la estabilidad económica, por conservar su sello y preservar a su principal emblema: Lionel Messi. El crack argentino es la piedra angular sobre la que Joan Laporta anhela cimentar una nueva y exitosa era.
Es exactamente de lo que carece el grueso de los clubes de la Liga Mx, de figuras que conecten con la afición y le den identidad. Ocurre incluso en el clásico nacional. No importa el resultado, pero de un lado está un América que tenía en Miguel Piojo Herrera a su principal referente, tanto así que era el más solicitado para filmar comerciales, aun sobre jugadores como Guillermo Ochoa y el increíblemente indolente Giovani dos Santos.
‘Gío’ ha tenido todas las oportunidades que cualquier futbolista pudiera soñar, y una tras otra no ha hecho sino defraudar, desilusionar. Hace no mucho lo refirió Chucho Ramírez, hoy directivo de Pumas, quien ante la pregunta sobre qué jugador había sido su mayor decepción tras la conquista del Mundial Sub-17 de Perú 2005, sin titubeos dijo que Giovani, porque fue el más importante de ese campeonato, pero después no pasó nada con él.
El América de hoy no tiene figuras y otro tanto ocurre con las Chivas. El Rebaño es un plantel cuyas bridas en la cancha sostiene con fuerza y fiereza admirable un ex americanista. Jesús Molina es un viejo lobo de mar, indomable y profesional a morir, excelente cabeceador, tan comprometido que en el Guadalajara no titubearon en darle el gafete de capitán… el único pero que le puede poner el público de los tapatíos es haber sido dos veces campeón con la playera amarilla.
Las Águilas están huérfanas de un Carlos Reinoso, Zague, Cuauhtémoc Blanco, Salvador Cabañas y tantos más, mientras los rojiblancos vieron mejores tiempos con Ramón Ramírez, Oswaldo Sánchez, Omar Bravo, Adolfo Bautista… No es tema exclusivo de estos equipos, también sucede con otros de los considerados grandes, como el plantel de la UNAM, que despuntó con el arribo del emblema toluqueño, Alfredo Talavera.
La magia auriazul estaba prendida con alfileres, eran Carlos González, Tala y Juan Dinenno, y se esfumó cuando transfirieron a uno y se lesionaron los otros, retomar el paso con el pie novato se tornó imposible, y es más culpa de la directiva que del estratega Andrés Lillini. Respecto al Cruz Azul, flamante líder, se habla más del técnico Juan Reynoso y su pasado cementero. Como zaguero el peruano fue serio, eficiente, disciplinado; un honorable capitán que ahora puja por acabar con la larga sequía.
Los Tigres, el fiel reflejo del inconsistente torneo Guardianes 2021 (¡acaba de perder ante Mazatlán!), se aferra al concepto y tiene en el francés André-Pierre Gignac a su máximo ídolo. Es uno de los escasos clubes que se puede ufanar de contar con un jugador símbolo. Ninguna otra directiva se esfuerza por retener a un elemento que por su entrega, simpatía y pujanza conecte con la tribuna, al contrario, de inmediato lo visualizan con un signo de pesos y lo ceden al mejor postor.
Aunque su juego no es vistoso ni seduce a nadie, también resulta ejemplar la continuidad que ha dado al técnico Ricardo Tuca Ferretti. El resto de estrategas tiene la presión hasta el cuello y vaya cierre de torneo que les espera tras la pausa por fecha FIFA. En picota están Héctor Altamirano (Gallos), Luis Fernando Tena (Bravos), Paulo Pezzolano (Tuzos) y José Guadalupe Cruz (Necaxa), sin descartar a los últimos finalistas, Andrés Lillini y al campeón en apuros Ignacio Ambriz.
Entra en acción la Sub-23. Los dirigidos por Jaime Lozano no deben tener problemas para demostrar que dominan la Concacaf, opina Raúl Potro Gutiérrez, quien guió al equipo tricolor a Río de Janeiro. Una vez con el boleto a Tokio, entonces sí será aconsejable algún ensayo formal. El jueves debuta México ante República Dominicana y el domingo se medirá ante Costa Rica.