Ciudad de México. El crítico e historiador de la fotografía José Antonio Rodríguez, falleció la madrugada de este sábado, a la edad de 60 años, luego de una enfermedad que lo aquejó por largo tiempo, informó a La Jornada su esposa, Patricia Priego. Horas antes de morir, escribía un nuevo libro y preparaba una exposición.
El fotógrafo Alberto Tovalín, quien trabajó en varios proyectos con el pionero de la historiografía de la foto en México, documentó: José Antonio Rodríguez “era de las personas más honestas que he conocido en mi vida, hiperobjetivo, un apasionado de la imagen”.
Destacó: “Podemos definir la fotografía mexicana antes y después de José Antonio Rodríguez, con su gran y largo trabajo de rescate de fotógrafos, no sólo mexicanos, sino extranjeros, como Edward Weston, Kati Horna y Nacho López”, así como de la producción de Pedro Guerra en Yucatán, por ejemplo.
José Antonio Rodríguez realizó un sinnúmero de investigaciones y dirigió por más de 20 años la re-vista Alquimia, del Sistema Nacional de Fototecas del Instituto Nacional de Antropología e Historia.
Tovalín mencionó que después de hacer Librado García Smarth: la vanguardia fotográfica en Jalisco, que ganó el año pasado el Premio Antonio García Cubas por mejor libro de arte, “ya habíamos avanzado el proyecto de José María Lupercio, fotógrafo tapatío de principios del siglo pasado. Él, como buen investigador que era, seguramente tendría otros proyectos más en el tintero”.
Sobre Nacho López, destacó que realizaron dos libros y una exposición en el Palacio de Bellas Artes. “En 2019 fuimos a PhotoEspaña a llevar la exposición Nacho López: fotógrafo de México, dado que nunca se había visto la obra de este maravilloso fotógrafo mexicano en Europa.
Rodríguez expresó en su momento que “necesitábamos mostrar a otro Nacho López; no quisimos quedarnos solamente con ese maestro al que todos los fotoperiodistas veneran, porque él es uno de los grandes herederos de la vanguardia mexicana de los años 30 y 40; por eso el fotoperiodismo le quedó chico. Ahora se va a conocer del maestro un 20 por ciento, porque su universo es apabullante”.
Proyectos interrumpidos
Tovalín añadió: “Teníamos en puerta una exposición de Librado García Smart en el Iteso, en Guadalajara, que también se iba a mostrar en el Museo Nacional para 2022. Rodríguez “era un gran catedrático, un maestro muy querido; dirigió un sinnúmero de tesis. Siempre apoyó a la nueva generación de investigadores.
“Hay que reconocerle esas ganas de apoyar siempre a las nuevas generaciones. En los proyectos que hacíamos juntos siempre estaban invitados algunos de estos jóvenes investigadores, como Brenda Ledesma y Arturo Ávila”.
Afirmó: “Era mi hermano del alma, independientemente del trabajo profesional que hiciéramos”.
José Antonio Rodríguez participó en el libro colectivo Fotógrafas en México: 1872-1960, en 2013, en el cual recuperó a decenas de mujeres que trabajaron en el país desde finales del siglo XIX y dejaron un legado.
En aquella ocasión explicó a La Jornada: “Muchas son mujeres que se habían mantenido en las sombras. El libro se inicia con las que llamo pioneras, aquellas que abrieron el camino en la profesión, en 1872, como Alice Dixon Le Plongeon (1851-1910), quien además era escritora, arqueóloga, etnóloga; con su esposo Augustus se estableció durante 11 años en Yucatán para explorar y trabajar en fotografía”.
Sostuvo que el volumen es para que nuevos historiadores de la fotografía “jalen el hilo de la madeja de varios de los nombres aquí consignados; hay muchas fotógrafas que en los próximos años adquirirán gran importancia, como Sara Castrejón, una de las primeras que fotografió la Revolución en Guerrero, o María Santibáñez, llamada en los años 20 ‘la artista fotógrafa de moda’”.
Rodríguez estaba convencido de que México es una potencia en fotografía, “una de las 10 grandes que hay en el mundo”; pero, aunque “está tan fuerte, nadie le hace caso. Si las instituciones oficiales la ignoran, pues que la ignoren, sigue existiendo”.
El especialista se dedicó a dar a conocer la creación de fotógrafos que se encontraban relegados en la cultura visual; además, desarrolló crítica fotográfica mediante el periodismo.
Sostenía que si bien se produce mucho, “llega un momento en que se pierde de tanto que hay. Desde adentro uno se queja, que hacen falta más libros, más exposiciones, y no es cierto. Tenemos una de las grandes producciones a escala mundial, estamos en ferias. No estamos muertos”.