1.Presidente de la República: reciba por este medio la atenta solicitud de que, haciendo uso de sus facultades, antes de promulgar la recién aprobada Ley General de Educación Superior, la devuelva al Congreso con una observación de cambio. En concreto, que del primer párrafo del artículo 4 suprima el último renglón, donde, después de señalar que para ingresar a la educación superior basta el certificado de bachillerato, dice: “...y que cumpla con los requisitos que establezcan las instituciones de educación superior”. Esta frase-obstáculo no aparece en ninguno de los otros niveles de educación donde también existe el derecho a la educación y da, por tanto, un trato de excepción a quienes aspiran al superior. Y no existe ahí una situación especial que lo justifique. Confiere, además, a los directivos de instituciones públicas y privadas (quienes definen los requisitos) un poder legalizado sobre el ingreso a este nivel. Y, además, contribuye al reforzamiento de las tendencias centralizadoras y autoritarias.
2. En la Universidad Autónoma Metropolitana de Xochimilco (UAM-X) el rector ha dado pasos que, independientemente de las intenciones, contribuyen a darle a la administración un cuestionable papel central en procesos académicos. Quehaceres como la adecuación y modificación de planes y programas de estudio normativamente están en manos de consejos divisionales integrados por estudiantes, profesores y autoridades, sin embargo, para “contribuir al fortalecimiento de la calidad”, el rector ha construido un dispositivo paralelo que, además, ofrece a académicos hasta 100 mil pesos de apoyo para iniciativas como modificar planes de estudio, y con eso abre una ruta no prevista en la normatividad, que hace que el proceso se rija por unas bases y convocatoria (ambas, definidas por el rector), que pase primero por la Coordinación de Docencia (puesto creado y nombrado por el rector), la Comisión Académica Evaluadora de Propuestas (creada y nombrada en último término por el rector), a lo que se agrega al hecho de que en el caso del llamado Tronco Interdivisional es también el rector quien escoge a la comisión que elabora el detalle de la propuesta. Y, por cierto, de ese particular micro-ambiente ha surgido la idea de retomar para el nuevo programa la visión del Banco Mundial-Unesco sobre el qué y para qué de la educación.
3. La mercantilización concentra el poder en quien dispone del dinero público o privado, altera los objetivos humanistas y corroe en su esencia lo que es un proceso educativo: libertad colectiva para pensar, explorar, discutir y transformar el mundo, junto con la escuela. En el siglo XXI, y en la editorial con ese nombre, es innegable la influencia que tiene el dinero en su orientación futura. Los nuevos dueños que invirtieron millones de dólares, buscarán recuperar la inversión y ganancias adicionales. Veremos entonces libros de autoayuda, recetarios, manuales, dietas, ejercicios de yoga, modernas novelas del corazón y guías para el éxito en la vida. Y eso nutrirá a las y los jóvenes y, de paso, también, a nuestros diputados y alcaldes. Sobrevivirá tal vez una porción simbólica de lo que ha sido la contribución de Siglo XXI a la cultura y el pensamiento profundo en México: la ilustración, que es el alma de un país. Por eso es necesario nacionalizar para rescatar ese patrimonio nacional y darle impulso, como ocurre con el Fondo de Cultura Económica.
4. Se trata de oponerse a la mercantilización y autoritarismo en la Universidad, la educación y la cultura, y para eso, reorientarlas en la ruta del poeta. Como Enrique González Rojo Arthur, que, ahora su voz más clara nos recuerda el valor de esfuerzos y recompensas más profundas y solidarias. Como el acervo de sus libros de preciadas editoriales, y los de su padre y su abuelo, que ofreció en un repleto auditorio de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México y donde pareció definir la educación como el afán de los nietos por rescatar juntos el tesoro del pasado y con él construir otro presente:
“El abuelo se tiró al pozo y había que sacarlo. Los nietos, presurosos, le arrojamos una cuerda, y le gritamos que se agarrara fuertemente a ella para empezar a subirlo. Pero después de un gran esfuerzo sólo salió a la superficie el saco del abuelo. Tornamos a gritar y a arrojar otra vez la cuerda y sacamos los zapatos, los tirantes y la corbata del viejo. Su voz permanecía abajo, reticente. Después obtuvimos la camisa, los calcetines, la ropa interior y una fotografía de la abuela. Todavía se escuchaba su voz, pero como alejándose de nosotros en dirección al silencio. Arrojamos por última vez la cuerda y lo único que logramos sacar fue la sonrisa del abuelo.” ( El Pozo: Antología Virtual de Minificción Mexicana). Gracias Enrique por tu voz desde el silencio, gracias Alicia y Graciela. Y, Presidente, deje que las y los jóvenes accedan a este mundo.
* UAM-Xochimilco