Ciudad de México. La tragedia del incendio de la iglesia de Santiago Apóstol, en Nurío, Michoacán, que provocó la pérdida irrecuperable de patrimonio de la humanidad, “pudo prevenirse, por lo que tendría que haber una sanción para las autoridades que fueron avisadas semanas antes de la urgencia de llevar a cabo acciones de conservación necesarias”, sostuvo el museógrafo Tarsicio Padilla Carrillo.
La llamada catedral Sixtina de la Meseta Purépecha, del siglo XVI, tenía retablos de tipo barroco y neoclásico, y artesonado policromado, así como un coro y un sotocoro del siglo XVII con un elaborado programa visual. El también arquitecto explicó en entrevista con La Jornada que se había realizado una restauración del recinto, único en su tipo, “por personas que aman el arte”.
Padilla Carrillo, quien ha trabajado en varios museos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), destacó que la iglesia combinaba arte indígena y novohispano, y que el artesonado era muy importante. Refiere que los restauradores “dieron instrucciones para que este techo o artesonado policromado se aislara y tuviera cierta protección para cualquier desgracia, como fue” el incendio del 7 de marzo.
“Se perdió el artesonado, el coro y el presbiterio. Tenían figuras de santos hechas –como en la cultura prehispánica e indígena de Michoacán– de mazorca de maíz con raíces de tubérculo de orquídeas. Eran muy ligeros y siempre estaban ataviados con trajes indígenas.”
Padilla Carrillo lamentó que “las pinturas ya se perdieron; el patrimonio no se va a recuperar nunca. Me lastima ver el dolor de los indígenas de quienes era su muestra religiosa y el cariño que le tienen a la conservación de este espacio, pero sin el apoyo de las autoridades no somos nada”.
Pidió que las autoridades den una valoración a esta tragedia y una sanción a los responsables; se trata de la “concientización de lo que somos y poner atención a las cosas prioritarias”.
Importancia comunitaria
El historiador Antonio Ruiz Caballero, quien estudió el recinto, mencionó que conjuntos como el de Nurío “son espacios muy importantes para las relaciones sociales comunitarias. No sólo tienen valor religioso, como podemos entender desde afuera, sino que son espacios fundamentales para la vida social y cultural de las comunidades”.
Sostuvo que “ahí se tendrían que conjuntar muchos esfuerzos, que la comunidad no se sintiera invadida, pero que sí recibiera apoyo de las instancias correspondientes de los tres niveles de gobierno, específicamente de las instituciones que están encargadas de velar por el patrimonio, como el INAH y la Secretaría de Cultura de Michoacán”.
El profesor Manuel Torres comenta que “casi no quedó nada, los jóvenes de la comunidad lograron sacar de entre las llamas la escultura del Santo Santiago y algunas otras imágenes, pero se quemaron las pinturas, grabados y otras cosas que tenían cientos de años”.
La secretaría de Cultura federal, Alejandra Frausto, confirmó ayer que el daño en el recinto es casi completo, pues toda la techumbre de madera fue consumida por el fuego y sólo sobrevivieron la fachada y los muros laterales y posterior, del siglo XVI.
Externó el compromiso de la dependencia de llegar a un proyecto común para recuperar ese recinto patrimonial, aunque aclaró que antes debe concluirse la valoración de los especialistas y conocer lo que consideren las comunida-des para que ese espacio recupere su carácter de centro de reunión, su condición comunitaria.
Rumbo a la reconstrucción
El jefe de tenencia de Nurío, municipio de Paracho, Demetrio Alejo, dijo que el domingo 7 de marzo, cerca de las 19 horas, los pobladores vieron que se quemaba el techo del templo construido con cortes delgados de madera llamado tejamanil, había mucho viento y se pudo hacer muy poco para sofocar el fuego. Al parecer los muros no sufrieron afectaciones y quedó un poco de madera, apunta.
“Hemos recurrido a instancias federales y estatales que tienen que ver con el arte y la cultura para que nos apoyen en la reconstrucción. Hay el compromiso y esperamos en las próximas semanas comenzar con el trabajo. Sin duda nuestro pueblo vive momentos de luto y consternación por todo el valor espiritual que representa el templo.”
Demetrio Alejo comentó que el tempo de Santiago Apóstol había logrado sobrevivir a la lucha agraria de la Revolución Mexicana, así como a la Guerra Cristera. “Lo defendimos y no sufrió ningún daño”.
Nurío fue considerado un caracol del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional, el subcomandante Marcos lo visitó durante la Caravana Zapatista en marzo de 2001. La comunidad, de unos 4 mil habitantes es de las más aisladas de la meseta Purépecha, los pueblos más cercanos son Ahuiran y Urapicho.