El presidente Andrés Manuel López Obrador puso sobre la mesa de la discusión dos temas de futurismo político: aseguró que en su movimiento ya hay “relevo generacional”, con “mujeres y hombres” de cincuenta años de edad para arriba, y adelantó que luego de entregar el poder, en 2024, se dedicará a escribir un libro sobre el pensamiento conservador mexicano y se jubilará de la política, negándose incluso a emitir opiniones y a recibir en Palenque a visitantes que quisieran hablarle de temas políticos.
“Se van a enojar los adversarios, pero la verdad, la verdad, sí hay relevo de este lado. Ellos tienen problema, nosotros no: es un abanico”, agregó López Obrador. Cuando los reporteros presentes en la conferencia matutina de prensa le pidieron que diera nombres, el Presidente respondió: “Ya vamos a hablar, si todavía falta” (esta frase ha sido tomada de la página oficial de Presidencia, https://bit.ly/2PNp80s, aunque en algunos medios de comunicación hay otras variantes). Y dio por terminada la sesión, argumentando que ya era la hora del café con leche.
Obviamente, las palabras presidenciales incentivaron las especulaciones respecto a los eventuales integrantes de ese “relevo generacional” para 2024. Presente en la mañanera, Marcelo Ebrard sobrellevó con buen humor las miradas inquisitivas de algunos reporteros, alguno de los cuales preguntó al mandatario si algún miembro de ese “relevo” estaba presente en la sesión informativa.
Además de Ebrard, quien funge como una especie de vicepresidente civil (el otro “vicepresidente”, militar este, sería Luis Cresencio Sandoval, titular de la Secretaría de la Defensa Nacional), el otro perfil en competencia informal es Claudia Sheinbaum, gobernadora de la Ciudad de México. Al menos a estas alturas, pareciera que la contienda real se centra en ellos dos: Ebrard, eficaz, operativo y continuista de un sistema priísta remozado, y Sheinbaum, preferida en el círculo central del obradorismo, disciplinada y cautelosa.
Otros nombres también podrían ser considerados, en un segundo plano: Tatiana Clouthier, que no ha podido crecer en la Secretaría de Economía debido a la tutela de Alfonso Romo, quien la propuso para ese cargo y sigue mostrándose como jefe de esa área, y Ricardo Monreal, quien ha entregado a Palacio Nacional buenas cuentas desde el Senado, pero no goza de la real confianza del jefe tabasqueño desde el episodio de cuasi ruptura a causa de que no lo hicieron candidato a jefe del Gobierno capitalino en 2018. Y no hay mucho más: la mayoría de los secretarios de Estado no tiene la presencia pública ni la fuerza personal para ser considerados en el “abanico” sucesorio.
López Obrador aprovechó el viaje para dibujarse a futuro como un apacible jubilado del Issste que dedicará tres años de su vida a escribir un libro, luego de salir de Palacio Nacional. Tal objetivo le llevaría, asegura, a alejarse de toda actividad política: nada de declaraciones y ni siquiera recibiría en su refugio, llamado La Chingada, en Palenque, Chiapas, a quienes quisieran hablar con él de política. “Ya no voy a meterme en nada”, puntualizó.
Hoy debe darse a conocer la decisión de los mandos de Morena respecto a la candidatura a gobernador de Guerrero. Todo apunta a que se sostendrá la postulación de Félix Salgado Macedonio. De ser así, es de preverse que Morena ganará las elecciones estatales, aunque a escala nacional cargaría con un estigma que aumentará la distancia entre los movimientos feminista y obradorista.
Y, mientras tres ex funcionarios de la Secretaría de la Función Pública (José Gabriel Carreño, quien fue subsecretario, y los ex directores generales Antonio Suárez y Daniel Pérez) han sido vinculados a proceso penal, luego de que la actual administración, a cargo de Irma Eréndira Sandoval, los denunció por haber sustraído el expediente original de la llamada Casa Blanca, adquirida por Angélica Rivera, entonces esposa de Enrique Peña Nieto, ¡hasta el lunes!
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