Con rabia, pero también festivas, miles de mujeres salieron a las calles de la Ciudad de México para exigir un alto a la violencia de género, a los feminicidios y a toda forma de violencia machista.
“Ni una asesinada más”, “Ni una más”, “Marcho por todas las que ya no están” y “No se va a caer, lo vamos a tirar”, en referencia al patriarcado, se repitieron en el grito, la manta y el cartel durante las movilizaciones por el Día Internacional de la Mujer, que concluyó en una multitudinaria protesta en el Zócalo capitalino, donde lograron derribar al menos siete vallas metálicas que resguardaban Palacio Nacional.
Por horas, las manifestantes golpearon el muro de metal, que un día antes había sido convertido en un memorial de las víctimas de la violencia machista.
La jornada se inició muy temprano, cuando un grupo de mujeres del campo marchó del Metro Chabacano a la Plaza de la Constitución para exigir respeto a sus derechos. Poco después de las 11 horas, en la Glorieta de Insurgentes, mujeres transgénero exigieron un feminismo incluyente y libertario.
Cerca del mediodía cientos de manifestantes comenzaron a concentrarse en la explanada del Monumento a la Revolución, donde diversos colectivos feministas enarbolaron carteles y mantas, portando cubrebocas y en algunos casos caretas. Dejaron en claro que, pese al Covid-19, “teníamos que salir porque el verdadero virus es el patriarcado”.
Los bloques separatistas, mujeres embozadas vestidas de negro, llegaron desde el Metro Revolución e Hidalgo, donde hicieron pintas en muros y pisos y grafitearon torniquetes.
Momentos después, a su arribo a la Plaza de la República, derribaron parte de las vallas de madera colocadas para proteger el elevador de cristal del Monumento a la Revolución, que sufrió daños. En tanto, un grupo de 20 encapuchadas fue encapsulado por la policía capitalina al salir del Metro Hidalgo, luego de realizar pintas y se les retiraron martillos y tubos.
Poco después de las 14 horas un primer contingente de mujeres avanzó desde la explanada del Monumento a la Revolución hacia el Zócalo capitalino. En su recorrido, encapuchadas vestidas de negro realizaron pintas en vallas y muros, rompieron cristales y vandalizaron los puestos de periódicos que encontraban a su paso. En avenida Juárez y 5 de Mayo los daños a mobiliario urbano, fachadas y cortinas metálicas fueron mayores, incluyendo la destrucción de cajeros automáticos.
Entre consignas contra el “Estado feminicida y opresor”, encapuchadas lograron derribar una de las vallas que protegían el ex templo de Corpus Christi, en avenida Juárez.
A su llegada a la Plaza de la Constitución varias manifestantes se concentraron frente al muro de metal que resguarda, desde el pasado 5 de marzo, Palacio Nacional. Con mazos, palos, tubos y martillos golpearon las vallas intentando derribarlas e incluso algunas las escalaron. También arrojaron cohetones, latas de aerosol y botellas hacia los cuerpos policiacos que se encontraban detrás del cerco.
Minutos después, al derribar la primera valla, las manifestantes corearon: “Sí se pudo, sí se pudo, fuimos todas y un violador no será gobernador”, frase que también repitieron en pintas.
La respuesta inmediata de los cuerpos de seguridad fue accionar extintores para dispersar a las manifestantes. Sin embargo, la protesta continuó hasta entrada la noche.
En otro punto de la ciudad también cayeron vallas. En esta ocasión frente a la casa del escritor y diplomático Andrés Roemer, las cuales habían sido intervenidas previamente con las leyendas “guarida del abusador”, “te va a llegar la justicia”, “cónsul abusador” y el 61, en relación con el número de presuntas víctimas de acoso sexual.
Fueron miles que marcharon en dos contingentes, pero con el mismo fin: derrotar el silencio, visibilizar la desigualdad, la violencia machista, exigir justicia y unidad.
El segundo momento de la movilización lo encabezaron las organizaciones feministas, sindicales y sociales que minutos después de las 16 horas iniciaron su marcha del Monumento a la Revolución al Zócalo.
Acompañadas de madres de hijas desaparecidas y víctimas de feminicidio, al grito de “Ya basta” exigieron justicia “por las que ya no están” y demandaron al Estado no ser omiso en la búsqueda y sanción de sus agresores.
A su llegada a la Plaza de la Constitución, donde permanecían miles de manifestantes, expresaron su rechazo a la cultura del silencio y la impunidad. El flujo de mujeres fue constante por horas. En contingentes o en pequeños grupos no dejaron de marchar.
Por un día la pandemia de Covid-19 pareció extinguirse.
Profesional labor policiaca
La Presidencia de la República destacó la labor de las autoridades policiacas durante la marcha. “Se comportaron de manera profesional y no cayeron en la provocación de grupos reducidos que realizaron actos vandálicos y lanzaron petardos y bombas molotov”. En un comunicado, indicó que las mujeres policías “resistieron de forma ejemplar” pese a los hechos de violencia en su contra.
Enfatizó que sin la valla metálica instalada frente a Palacio Nacional y otros inmuebles históricos, quienes “sólo buscaban realizar actos de violencia se hubieran lanzando sobre el edificio”. Y aclaró que el personal de resguardo de la azotea de Palacio Nacional no portaba armamento, sino dispositivos para inhibir las señales de drones.